Fue el viernes pasado. En la Fundación Santiago Montes. En algún lugar de este espacio sideral, de este periódico que no huele ni mancha de tinta ya está suficientemente reseñado el actro. Asi como en la edición impresa del sábado. (Miguel Suárez recuperado, se titula por si alguien tiene curiosidad pues no me quería repetir). Este hueco en la red es para contar que fue un homenaje sin homenajeado. Que aunque las puertas de la Fundación permanecieron abiertas porque este mes de octubre es distinto a otros octubres y es benévolo y aunque Ildefonso Rodríguez miraba a ver si por fin aparecía, pues Miguel no apareció. Postura que, por otra parte, es absolutamente respetable. Además de Ildefonso Rodríguez y Antonio Méndez Rubio hablaron de su poesía. Lo hizo tamibén Antonio Ortega, como editor. Porque esa era la noticia. La apariión, hace ya unos meses, de la Poesía Reunida de Miguel Suárez, el poeta escondido. La lectura de ‘La voz del cuidado’ es altamente recomendable por su alto voltaje.
En este comienzo del otoño en el que a veces se sienten las cuchillas de cerca. He elegido este poema para tenerle presente en el blog::
“Como yo, cuantos en el Meridiano de Greenwich –al
menos—
intentando estáis guareceros contra ese aluvión de cuchillas
que viene, esforzándoos por sostener la mirada a su brillo,
cito ahora.
Muchedumbre de rostros tras la ventana, con ojeras de
alcohol
o de fármaco, sobresaltados en el lecho: os tengo en cuenta.
Solo no podría con tanta luz.”
(De ‘Luz de cruce’)