Miret Magdalena | Calle 58 - Blogs elnortedecastilla.es >

Blogs

Miret Magdalena

(Publicado en la edición impresa de El Norte de Castilla el jueves, 15 de diciembre de 2009)

Con frecuencia la muerte es noticia. Los periodistas nos ocupamos continuamente de ella. Trágica, violenta, masiva, injusta, imprevista, dolorosa siempre. Pero a veces la muerte es sólo el punto y aparte de una vida cumplida, de una vida que seguirá rezumando por los poros de una obra tenaz, intensa, generosa, abierta, inexplorada. Siempre y cuando, claro está, esa obra no quede enterrada en el rincón más invisible de nuestras bibliotecas.
Estoy hablando de la muerte del teólogo Enrique Miret Magdalena y mientras lo hago me pregunto si nos hemos dado cuenta de lo que hemos perdido. Últimamente se había vuelto menos visible, pero hubo una época en este país, cuando parecía que todo estaba por hacer y estábamos dispuestos a hacerlo, antes de portarnos como nuevos ricos, antes de cruzarnos de brazos y mirar para otro lado, que su voz era invitada a participar.
Miret Magdalena simbolizaba, simboliza, el pensamiento cristiano progresista, ese que acostumbra a mirar primero al Evangelio y a hacerlo sin prejuicios, sin intentar someterlo a unos intereses u otros. Ese que intenta dar respuestas al hombre en su propio tiempo y no volverlo contra el progreso. Ese que apela a la conciencia del ser humano por encima de las normas rígidas e irracionales. Ese cristianismo que se siente cercano a la Teología de la Liberación, que como el Concilio Vaticano II en su momento (la asociación de teólogos a la que pertenecía tenía este punto de referencia) fue un soplo de aire fresco para la encorsetada interpretación de los preceptos que sufrieron cristianos y católicos y una esperanza para los más desfavorecidos.
Voces como la suya son muy necesarias en un país que sigue sin saber cómo manejar la herencia del nacional catolicismo. Y en el que últimamente sólo se oyen –porque hablan más alto– las voces más intransigentes de la jerarquía eclesiástica, a las que se oponía. Igual que no estaba de acuerdo con esas manifestaciones que supuestamente van a favor de la vida o de la familia. (Por cierto, el tuvo siete hijos). Como se oponía a que en los colegios públicos se imparta religión solo para los católicos, en lugar de la historia cultural de las religiones para todos. Como se oponía al celibato sacerdotal para el que no encontraba ninguna razón teológica. De la misma manera que fomentaba actitudes de diálogo, convivencia y tolerancia. En este país donde ni siquiera el Partido Socialista se atreve a coger el toro del Estado laico por los cuernos. Que no sabe cómo deshacerse del nudo que supone la contradicción entre la Constitución y los privilegios que mantiene una Iglesia que a pesar de ello expone siempre su lado más duro, él defendía una sociedad laica en la que la religión dominante no impusiera su carácter a las leyes civiles.
Y lo malo es que, quizá porque no me muevo en esos ámbitos, no veo quién puede tomar el relevo de esa voz. Aunque quizá sea el excesivo ruido fallero alrededor el que no me deja oírla. Pero esto tampoco supone un consuelo.

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


octubre 2009
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031