Escribir por cuenta ajena
La mujer, una anciana permanentemente enlutada, vivía dos calles más abajo. Algunas tardes, cuando comprendía que mi madre había acabado sus clases, iba a visitarla. Siempre con la misma petición: que le escribiera una carta a su familia. La mujer no sabía leer ni escribir. Hacía poco tiempo que había dejado la aldea gallega donde […]