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Sobre 'Madres e hijas'

Hay películas que deberían ser de obligado cumplimiento. Porque ayudan a vivir. Las obras de arte cumplen esa misión. Bien porque encierran en sí la belleza y la belleza es siempre una buena compañía. Bien porque encierran una verdad y la verdad es siempre una luz necesaria.
Acabo de ver ‘Madres e hijas’, la cuarta película de Rodrigo García y he salido del cine con ganas de recomendársela a todo el mundo. Eso hago ahora. De este director me sorprende siempre su habilidad para mirar a las mujeres. Y hacerlo con una mirada limpia, verdadera, sensible, ‘objetiva’ diría si este concepto fuera posible. No abundan estas miradas tan empáticas y acertadas sobre el mundo de las mujeres –miradas de hombre, quiero decir– en el cine, en la literatura y en el arte en general. Tan libres de prejuicios.
Sigo el cine de Rodrigo García desde su primera película, ‘Cosas que diría con solo mirarla’, y me han gustado todas, incluso ‘Passengers’ quizá la que menos se parece a su personalísima forma de narrar y filmar, también la que menos éxito crítico tuvo, pero que, para mí, contenía buena parte de sus cualidades: esa sabiduría en el punto de vista, en la posición de la cámara, en lo que cuenta y en lo que simplemente apunta… Todo ello aplicado en esa ocasión a una historia en la frontera entre el realismo y la magia. Los seguidores de esta columna a lo largo de los años y de sus distintos nombres han tenido cumplida información de la admiración que siento por la obra del hijo de Gabriel García Márquez.
Las mujeres de ‘Madres e hijas’ son muy reales. Y la historia es muy real. No sé si éste es el adjetivo adecuado en estos momentos en los que la televisión y hasta el cine se han llenado de ‘realities’. La llamada tele-realidad suele ser el surrealismo peor entendido.

No. Esta es una historia verdadera sobre una de las relaciones más importantes –por lo decisiva, como todo psicoanalista sabe– para todo ser humano: la que establece con su madre o, mejor, la que las madres establecen con sus hijos, en este caso con sus hijas. Porque este director se ha especializado, ya lo he dicho, en retratar el mundo femenino. Los hombres en sus películas tienen papeles secundarios, pero que nadie se llame a engaño. Son aparentemente secundarios. Frecuentemente polarizan la acción, influyen decisivamente en la vida de las protagonistas. Están ahí, con sus luces y sombras como en la vida. En ‘Madres e hijas’ hay un personaje masculino importantísimo, porque encarna a ese hombre que toda mujer querría tener al lado. Su importancia radica en saber mirar a la protagonista y ver lo que hay de bueno en ella, lo que ni ella misma recuerda que tiene. Es Paco (Jimmy Smits) el que lleva la parte de la ternura y de la esperanza en esta dura historia.
García se muestra de nuevo aquí como lo que es: un excelente director de actores que ha sacado lo mejor de Naomi Watts, Annette Benin, Samuel L. Jackson y una impresionante Kerry Washington. Y como un excelente contador de historias en imágenes. Historias limpias de obviedades y excesos, dibujadas con trazos precisos, que no evitan el lado oscuro y al mismo tiempo nos dan un respiro.

(Publicado en la edición impresa de El Norte en la sección de opinión ‘Días nublados’ el 15 de julio del 2010)
(En la fotografía, annette Bening y Jimmy Smits, en una escena de la película)

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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