El sentido de las cosas | Calle 58 - Blogs elnortedecastilla.es >

Blogs

El sentido de las cosas

Tengo para mí que uno de los males de nuestros días es la pérdida del sentido de las cosas. Y con ella la pérdida del sentido de lo que nombra esas cosas, es decir, del verdadero sentido de las palabras. ¿O es al revés? ¿O es un movimiento que va en ambas direcciones?
El verdadero sentido se queda detrás, se va alejando de la superficie, mientras nosotros chapoteamos en una charca de frases hechas, mensajes prefabricados y ruido ensordecedor. No hace falta más que mirar alrededor para comprobarlo. La política es un buen ejemplo. A cualquiera con un poco de sentido común se le alcanza que el actual presidente del Gobierno no puede ser culpable de todos los males que aquejan al universo mundo. Sin embargo si escuchamos a la oposición, sobre todo al PP, comprobamos que tiene la culpa de todo: desde el cambio climático a la oscilación de los precios del petróleo. Porque ‘la culpa la tiene Zapatero’, se ha convertido en un eslogan. Da igual su relación con la realidad. Lo importante es que cale, sea cual sea su idoneidad al producto que describe.
Fijémonos ahora en el Gobierno. Cuando era evidente que España se contagiaría y, dadas sus singulares circunstancias con especial gravedad, de la crisis económica mundial, el Gobierno socialista se empeñaba en negarlo. ‘No hay crisis’ era otra especie de eslogan con el que se esperaba conjurar el peligro. ¿Y no habría sido más fácil explicar la verdad, con sus contornos precisos, dando un voto de confianza al ciudadano? ¿El ciudadano espera y exige de verdad eso?
¿Espera el ciudadano que compra el periódico, atiende al telediario o se asoma a las páginas web de los medios encontrar verdadera información? Me lo pregunto cuando veo lo que demasiadas veces se entiende por tal: la anémica transcripción de notas de prensa interesadas, el repique hasta la saciedad de declaraciones y contradeclaraciones fútiles, mensajes reproducidos sin atisbo de distancia crítica ni de empeño en encontrar la verdad que suele estar cerca, aunque un poco escondida.
Me produce una sonrisa melancólica leer algunos planes de estudio llenos de palabras altisonantes con las que al parecer vamos a conseguir mejorar la calidad de la enseñanza. Nada es bueno si no se introducen en el ‘diseño curricular’ algunos términos imprescindibles, aunque se me antojen una jerga vacía. Lo importante suele ser sencillo de decir. Y lo más importante que deberíamos enseñar en el aula es a pensar. ¿Lo conseguirán los ordenadores portátiles?
Pensaba en estas cosas esta mañana camino del periódico, cuando un cartel me ha distraído de mis sombríos augurios. Era el rótulo de una tienda de reparación de calzado, uno de esos negocios supervivientes que parecen más propios de tiempos pasados, hoy que todo esta hecho para usar y tirar. El rótulo no era uno de esos papeluchos puestos en un cristal como el que no hace mucho encontré: ‘Hay pan reciente’ , decía. Sólo faltaba, pensé yo. No. Este era un señor rótulo de esos que se encienden por la noche. Ofrecía: ‘calidad y esmero’. Esmero, ¡qué bonita palabra en desuso! Tan en desuso como lo que nombra: ese cuidado en los detalles que ahora ha desaparecido. Qué sencilla parecería la vida si con un poco de esmero devolviéramos a las cosas su sentido. Hay quien todavía cree en ello.

(Publicado en la edición impresa de El Norte, en la columna de opinión Días nublados el jueves 16 de septiembre de 2010)

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


septiembre 2010
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930