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Seminci VI ¡Qué culpa tiene Siqueiros!

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Olivera hace pinta un retrato errático de un periodo apasionante de la historia latinoamericana y Jasmila Zbanic confirma sus buenos comienzos

Tenía interés personal por ‘El mural’, la película de Héctor Olivera sobre la figura del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. Ahora mantengo el interés por su trabajo y el de los muralistas mexicanos en general, y también por ese periodo tan fructífero en la Historia del Arte, por los artistas y escritores que los rodearon. Pero es a pesar de la película y gracias a lo que sé de todos ellos. Espero que si alguien la ve sin saber nada de esta historia no se desanime.

Olivera, cineasta que unas veces acierta de pleno y otras no está a su propio nivel, ha pintado un mural. Lo malo es que los personajes se le han quedado pegados a la pared. Son planos, esquemáticos, como ls figuras de la pintura cubista a la que alude Siqueiros en un momento del filme o como la decoración Art Déco que tan acertadamente se muestra en algunas secuencias. Y toda la película se queda contagiada de ese esquematismo. A mi juicio, ‘El mural’ sólo podría estar en el palmarés con un premio que la Seminci no tiene entre sus galardones: el de la dirección de arte.

Empieza la película con la llegada de Siqueiros a Buenos Aires procedente de Uruguay. Es el año 1933 y ya lleva algunos exilios encima. Quiere pintar un gran mural en una zona portuaria, pero las autoridades no le darán permiso y acaba en la mansión del propietario del influyente periódico ‘Crítica’, Natalio Botana, para el que pintará un mural en el sótano de su casa. Pintar para un mecenas burgués. Un destino muy distinto al que había soñado el muralista revolucionario cuando llega a Argentina.

Olivera quiere contar ese periodo de tiempo. El que dura la realización del mural ‘Ejercicio plástico’ en la finca Los Granados. (Un mural célebre sobre el que ha existido un litigio y que ha estado desaparecido hasta que la actual presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, de triste actualidad el mismo día en que se estrena la película en la Seminci, se ocupó personalmente de su recuperación).

Y quiere hablar de las relaciones que se establecen entre Natalio Botana; su mujer Salvadora Medina Onrubia, amiga de Alfonsina Storni, de ideales anarquistas, que daría ella sola para una película; el propio Siqueiros; su pareja en ese momento, la poeta Blanca Luz Brum, y el poeta Pablo Neruda amigo de Siqueiros y de Botana y vicecónsul de Chile.

Quiere hacerlo, pero no sabe cómo. Y termina la película sin decidirse. Por momentos, sobre todo cuando retrata algunos personajes, da la sensación de que lo va a hacer en clave satírica, pero al momento siguiente se pone serio, y vuelve otra vez a afilar el trazo un momento después. Y así la historia avanza dando curvas y sin encontrar el tono.

Reales

El problema es tratar con personajes reales. Porque afortunadamente sabemos que Pablo Neruda era mucho más que el mujeriego medio tonto que aparece en el filme. Y no digamos Blanca Luz Brum que en la película no voy a decir lo que parece, por respeto, pero que en la vida fue poeta, periodista, pintora y militante de varias causas. Del protagonista, qué se puede decir si cada vez que habla además de estar borracho suelta un discurso… En definitiva flaco favor a estos personajes de los que pueden informarse –fue una época apasionante de la historia– en cualquier libro y dejar esta película para el olvido.

Antes se proyectó ‘Na putu’ (En el camino) de la directora Jasmila Zbanic (Sarajevo, 1974), que llegaba a la Seminci precedida por el éxito de su primer largometraje, ‘Grbavica’, que, entre otros premios ganó el Oso de Oro en Berlín en el 2005.

La sombra de la terrible guerra en Los Balcanes es alargada. Pasarán años y generaciones hasta que las heridas logren cerrarse. Algunas personas arrastran sus traumas y buscan consuelo en la religión convirtiéndose en carne de integrismos.
Esta es la historia que cuenta Zbanic a través de las relaciones de una pareja joven: Amar, que trabaja como controlador aéreo, y Luna, azafata. Amar tiene problemas con el alcohol, lo que causa su despido del trabajo. Luna teme que esos problemas interfieran en sus planes de tener un hijo. Amar abandona la terapia y su falta de rumbo es el terreno abonado para ser captado por una secta wahhabista.
Aquí la directora vuelve a situar la acción en Sarajevo y culmina una película menos dura que su primer largometraje. A su favor tiene un buen planteamiento y una sólida realización. Y algo importante: a pesar de que toca el tema del integrismo religioso lo hace intentando no demonizar, mostrando las razones de cada cual para abrazarlo.

El pasado se cuela en el presente de forma amarga pero la vida no ha sido derrotada, cada uno de los personajes intentará seguir su camino lo mejor que sepa y pueda. Buen cine. Cine comprometido, cine bien interpretado y dirigido.

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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