Una vez apagados los focos y recogida la alfombra roja (este año más corta) se cierran cuentas, se afilan estadísticas y el equipo permanente de la Seminci comienza a trabajar en la siguiente edición. Me gusta dedicar la primera columna después del Festival a hacer este repaso de atrás hacia adelante. ¿Qué ha sido? e intuir ¿cómo será?
Javier Angulo, su actual director, prometió que los recortes en el presupuesto no afectarían al contenido. Al cine. Esta vez asumió riesgos apostando por directores noveles y la apuesta salió bien. En Sección Oficial, el primer escaparate del certamen, se vieron películas de calidad, apenas hubo fiascos y el nivel general no fue sorprendente pero mantuvo el tipo. En la selección el olfato funcionó y en el resto de las secciones también hubo buen nivel. Por aquí, misión cumplida.
Esto es lo más importante. Pero estamos de acuerdo en que un Festival se nutre de más cosas. Y en este capítulo la Seminci sigue manteniendo sus carencias y, si el presupuesto no lo remedia, puede que se hagan endémicas. Se echa en falta la presencia de directores que vengan a defender sus películas. Y no digamos lo deslucida que queda en general la gala de clausura con los premiados ausentes. Hasta el punto de que en las quinielas de última hora se especule (en esta ocasión incluso todo el mundo había oído algo para desesperación del director) con el hecho de cómo influirá en el jurado la presencia de los pocos equipos que resisten a esas alturas o que acaban de llegar. Es una tradición. Al final, la presencia de los equipos de los filmes en Valladolid también depende del presupuesto. (En esta ocasión, además, había poco margen de tiempo para reaccionar y me consta que hasta última hora se intentó la presencia de Juliette Binoche pero no pudo ser). Y en cuestiones de presupuesto, el Ayuntamiento sigue estando muy solo.
La Junta de Castilla y León y el Ministerio de Cultura se incorporan al Patronato, que a partir de ahora se llamará Consejo Rector, y es de esperar que esto redunde en su compromiso con el certamen.
Sin embargo leo la reseña de la comparecencia de la consejera de Cultura de la Junta en las Cortes para explicar los presupuestos de su departamento y no encuentro rastro de la Seminci. Nada que objetar a las grandes apuestas de su departamento (Auditorio, Musac, el español etcétera). Pero los 100.000 euros que hasta ahora le cuesta la Semana Internacional de Cine de Valladolid no parecen equivaler a la trascendencia de esta actividad. La Seminci vende ciudad pero también vende Comunidad. ¿Qué otra actividad cultural de Castilla y León tiene tanta presencia en los telediarios de las grandes cadenas nacionales? Ninguna. Y el departamento que preside Salgueiro suele estar muy atento a la repercusión que sus iniciativas tienen fuera. Esto merece una reflexión.
Aquí no hay que invertir en vender algo que ya está vendido. El prestigio ya lo tiene. Hay que invertir en que no lo pierda. En que siga siendo una actividad conocida y esperada fuera. Estamos a tiempo de no dejar caer la Seminci en uno de esos limbos en los que sestean tantas actividades.
(Publicado en la columna de opinión Días nublados’ el 4 de noviembre de 2010)
(En la foto de Gabriel Villamil, Emma Suárez, recoge la Espiga como Mejor Actriz por su actuación en ‘La mosquitera’)