Fiódor M. Dostoievski, autor de novelas fundamentales para entender la literatura rusa del XIX –y la novela de este siglo en general– como ‘Crimen y castigo’, ‘El idiota o ‘Los hermanos Karamazov’ mantuvo a lo largo de su vida una escritura paralela, una escritura periodística, urgente, que aunque se había iniciado en la década de los cuarenta del citado siglo tuvo su punto álgido en 1873 cuando, ya siendo un escritor reconocido, accede a la dirección de la revista ‘El ciudadano’ donde él se reserva un espacio que titula ‘Diario de un escritor’. La sección sufrió interrupciones pero Dostoievski mantuvo vivo su proyecto hasta unos días antes de morir. Su último artículo data de enero de 1881 unos días antes de su muerte, ocurrida el día 28 de ese mismo mes.
La editorial Páginas de Espuma anticipándose a la celebración del año de Rusia en España (la edición salió a finales del 2010) ha publicado en un solo tomo, y bajo el título que el autor de ‘Los endemoniados’ dio a su sección, todo el material periodístico del escritor, (crónicas, artículos, crítica y apuntes, como reza el subtítulo del libro) incluidos también los cuentos que en ocasiones dejó en las páginas de su ‘Diario’. Una monumental obra de 1.600 páginas que no solo se dirige al lector especializado sino a aquel lector interesado en Dostoievski o en la literatura rusa que quiere tener una visión complementaria de su creación literaria, y también o, sobre todo, una aproximación a la personalidad del autor.
La edición ha corrido a cargo del escritor y crítico Paul Viejo que en una nota a la edición transcribe las intenciones de Dostoievski cuando inauguró su ‘Diario de un escritor’ nada más acceder a la dirección de ‘El ciudadano’, una revista de carácter conservador y «abiertamente rusófila»: una sección en la que hablaría «para mí mismo y por puro gusto (…) de todo lo que me ocurra, o de lo que me haga pensar». Desde esa posición tenía cabida desde la crónica cultural a la crítica social, incluyendo la creación literaria.
Para decirlo con palabras del editor era «un espacio misceláneo donde se permitía cualquier cosa: analizar la política europea o apostillar dejando en entredicho ciertos aspectos históricos, comentar sucesos cotidianos o hacer crítica literaria como las páginas que dedica a ‘Anna Karénina’. Incluso utilizar el Diario como arma arrojadiza contra algún contemporáneo».
Resultan curiosas y reveladoras las páginas que dedica a la novela de Tolstoi, sobre la que vuelve en distintas ocasiones y sobre distintos aspectos, a veces desde puntos de vista contradictorios. Dostoievski reconocía tres «genios indiscutibles» en la literatura rusa: Lomonósov, Pushkin «y en parte Gógol». «’Anna Karénina’, desde luego, no es algo nuevo por su idea, ni algo sin precedentes hasta ahora. En su lugar, desde luego, podríamos mostrar a Europa directamente la fuente, es decir, el mismo Pushkin, como la más clara, sólida e indiscutible originalidad del genio ruso y su derecho al más grande, universal y humano y único significado en el futuro». Aunque más adelante reconoce: «Sin embargo, ‘Anna Karénina’ es una obra de arte perfecta, que ha aparecido justo en el momento adecuado, con algo que en nada parece que pueda compararse en las literaturas europeas en la presente época…», escribe.
La cuestión rusa, sus relaciones con Europa, es un tema recurrente en este Diario que, para su editor, es un documento clave y necesario para la comprensión de la historia más reciente de Rusia, de la evolución de una nación, sus conflictos sociales y políticos, y también en cierta manera una buena panorámica de literatura rusa (aquella que, según Nabokov, más obras maestras ha dado en menos tiempo) escrita por uno de sus hombres claves».
Una páginas que ayudan también a conocer las distintas facetas de la personalidad del escritor. «Acostumbramos a pensar en él como en ese ser atormentado y oscuro. En estas páginas está sí el atormentado, el crítico, pero también el más sensible, el cómico, no solo el que se colocaba por encima de la sociedad. Hay temas como cuando habla de la educación del pueblo ruso que le llevan a hacer confidencias sobre la educación de sus hijos, entrando de lleno en la intimidad de su casa», afirma Paul Viejo. Y lo hace mostrando una prosa a veces un tanto desaliñada marcada por la urgencia del texto. Lo cual no es para el editor algo sorprendente: «Dostoievski nunca se caracterizó por tener una prosa exquisita, tenía otros valores, pero aquí tiene claros sus objetivos».
Lo que aporta esta edición del Diario, frente a sus predecesoras es su unidad y su carácter global. Se han reunido todos los textos periodísticos, se incluyen artículos sueltos que habían aparecido antes de su existencia como tal y otros posteriores, y aparecen por primera vez en un solo volumen y no dispersos entre los tomos de sus obras completas.
(Publicado en el suplemento literario ‘La sombra del ciprés’ del 22 de enero de 2011)
(En la imagen cedida por Páginas de Espuma, una página del cuaderno de notas de Dostoievski)