Por uno de esos azares misteriosos de las trayectorias literarias a Josefina Aldecoa se la identificará siempre con su ‘Historia de una maestra’ (Alfaguara), primera novela de una trilogía en parte autobiográfica. Así quedan unidas en la memoria de los lectores sus dos vocaciones principales: la docencia y la literatura. Varias generaciones de mujeres de este país hemos compartido la experiencia de ser hijas de una clase especial de maestras, de esas maestras casi heroicas de las escuelas unitarias, que ejercían su labor en edificios ruinosos, sin calefacción y sin recursos, que dedicaban sus horas libres a dar clases de alfabetización a los adultos del medio rural que no habían tenido oportunidad de acudir a la escuela. Por edad, ella pertenece a la última hornada de esas heroínas que describe en su novela, pero su experiencia, como fundadora de uno de los colegios más avanzados de Madrid, fue muy distinta.
El relieve literario de su marido, Ignacio Aldecoa, que creció con el tiempo, y el silencio literario que mantuvo tras su prematura muerte, empañaron su propia trayectoria como escritora. Pero siguió construyendo una obra, en la que la memoria juega un papel fundamental como demuestra en libros como ‘En la distancia’, (uno de mis favoritos por lo que tiene de testimonio de una época y de una generación de escritores). Los lectores no la olvidaron y a ello contribuyeron sellos como Menoscuarto que inició su andadura con la recuperación de ‘A ninguna parte’, sus primeros cuentos.
Siguen vivos.
(La fotografía de Josefina Aldecoa es de Esteban Cobo)