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Seminci 5ª

CUANDO LA FICCIÓN JUEGA CON LO REAL

 

¿Qué necesidad hay de volver a rodar una película titulada ‘Cumbres borrascosas’ si de la obra en la que supuestamente se basa apenas quedará nada salvo el título y los nombres de los protagonistas? Me lo preguntaba viendo la versión libérrima de Andrea Arnold (’Fish Tank’) sobre la novela de Emily Brontë. Y no se trata de decir si la película supera a la novela o no está a su altura. Que ese es un debate sobrepasado. Simplemente que no viene a cuento hacer ver que se habla de lo que no se habla ni de lejos. Porque en esta película ni está el espíritu del romanticismo que animó la pluma de las Brontë, Austen… Ni la atmósfera que sí se encuentra en otras versiones de relatos de la época: la muy oscura, como conviene a la historia de ‘Cumbres Borrascosas’, que hizo William Wyler con Law-rence Olivier en el papel de Heathcliff; o la luminosa de Ang Lee sobre ‘Sense and Sensibility’ o la muy documentada de Joe Wright sobre ‘Orgullo y prejuicio’). Aquí queda apenas lo truculento exacerbado en ocasiones sin motivo.
Con todo, la película tiene sus bondades estéticas. Andrea Arnold se detiene en las relaciones de los habitantes de ‘Cumbres borrascosas’ con la poderosa naturaleza alrededor –que no deja de ser un elemento crucial en la vida de sus personajes– fotografiada con un empeño digno de National Geographic. Hay imágenes muy valiosas, una fotografía a veces espectacular, y una dirección comprometida y muy personal que dará mejores frutos cuando la historia tenga alguna relación más estrecha con esta realizadora que está considerada una alumna aventajada de Ken Loach. En contra, el abusivo movimiento de la cámara que hace que las dos horas largas que dura el filme se hagan eternas.
De los páramos de Yorkshire a la Argentina de la dictadura militar solo hubo una hora de transición, lo justo para prepararse mentalmente para renovar una historia que siempre cuesta revisitar, por su dureza. ‘Verdades verdaderas’ cuenta la peripecia vital de Estela Barnes de Carlotto la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo. La responsabilidad de contar en clave de ficción la vida real de alguien que no solo vive (y que aparece en el último plano del filme) sino que sigue en la lucha que da origen a la película recae en un novel en cuanto a largometrajes para el cine. Nicolás Gil Lavedra se encuentra a veces sobrepasado por la responsabilidad y por un guion cuyos diálogos y planteamientos caen en no pocas ocasiones en la obviedad. Todo esto es comprensible si tenemos en cuenta las dificultades de narrar una historia que es una herida abierta en la historia reciente de un país y que tiene extrapolaciones en otros muchos. (En el nuestro sin ir más lejos). Pero hay otras cuestiones menos comprensibles.
Algunos detalles de producción que sorprenden por lo fáciles que serían de resolver con escaso presupuesto y la mala imagen que aportan a la película.  Puede parecer una frivolidad hablar de detalles de vestuario (mejor dicho de peluquería) cuando el tema son los desaparecidos a manos de una de las dictaduras militares más terribles de la historia contemporánea. Pero ‘Verdades verdaderas’ no deja de ser una obra de creación que se presenta al juicio de un jurado internacional en un festival de cine generalista.
Pero,en definitiva, la película es no solo necesaria, sino eficaz, y, desde ese punto de vista, valiosa. Y la historia real tiene en sí tal fuerza y tal crudeza que es imposible salir indemne de su proyección. Sobre todo cuando al final aparecen algunos de los ‘finales felices’ que componen el esfuerzo de las Abuelas: algunos de los casos de nietos recuperados. Sus imágenes, con su nombre  ‘verdadero’, el año en que conocieron a su familia biológica y la sonrisa que regalan a cámara son sin duda emocionantes.
Sarkozy antes de Bruni
Xavier Durringer (París, 1963) es un avezado director de películas para televisión. Pero, sobre todo, es un destacado autor teatral que tuvo su propia compañía (La Lezárde) y que estrenó su primera obra (‘Une rose sous la peau’) en el Off del Festival de Avignon de 1988. Aquí se lanza a contar la turbulenta llegada de Sarkozy a la presidencia de Francia, las intrigas de su oponente Villepin, y las interferencias que en su carrera política iba sembrando el momento de crisis que atravesaba su matrimonio con Cecilia Ciganer Albéniz que acabó en una tormentosa separación.
Durringer resuelve con solvencia un reto complicado. Le sale una película entretenida, con ritmo, con las dosis justas de ironía y de sarcasmo, con un reparto excelente: impresionante la caracterización y el trabajo de asimilación del protagonista Denis Poldalydés y de Florence Pernel en el papel de la esposa harta, que se abstiene de votar en la segunda vuelta de las elecciones.
Y una pregunta que algunos dejaban en el aire ¿sería posible  una película así en la España actual?

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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