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“La novela puede con todo”

 

A propósito de ‘La escritura desatada’, de José Carlos Mainer, que rescata la editorial Menoscuarto

 

La historia de la novela más que un análisis de las estructuras narrativas. Así resume José Carlos Mainer (Zaragoza, 1944) la intención y el resultado de su libro ‘La escritura desatada. El mundo de las novelas’, que rescata la editorial Menoscuarto en su colección Cristal de Cuarzo.
Para este historiador de la literatura, que a lo largo de su trayectoria profesional se ha convertido en uno de los pilares de la crítica literaria en España, el mayor esfuerzo reconocido a la hora de escribirlo fue «estructurarlo de forma que tuviera un aspecto narrativo». Porque, como él mismo recuerda, en toda novela, como ocurre en otros campos de la creación artística, está de alguna manera cuanto las novelas han sido hasta llegar a ella pero también el germen de lo que vendrá. De ahí que su objetivo haya sido contar cómo se ha llegado a producir la novela moderna.
Ya que comparte la idea de que el mejor comentario sobre una novela es escribir una novela, a Mainer le ha salido quizá la novela que de otra forma no hubiera escrito. Y es que la lectura de este libro es un viaje al tiempo apasionante y enriquecedor por la historia de los hitos más importantes del género. Ya que el autor ha evitado las notas, sustituyéndolas por una extensa bibliografía, la lectura discurre fluida y sin tropiezos, como en las mejores narraciones. Y lo hace aludiendo ya desde la cita a quien considera el fundador de la novela moderna, Cervantes,  y esa escena de su libro fundacional en la que el canónigo de Toledo diserta ante Don Quijote y Sancho sobre la construcción de las novelas. Hay así a lo largo del texto numerosas citas que apoyan sus argumentos, citas en las que autores como Kafka, Balzac, Tolstói o Dostoievski dejan entrever las inclinaciones del autor.
«Inevitablemente, los gustos personales destiñen sobre el resultado. No oculto mi entusiasmo por algunos libros,  y en otras ocasiones se hace patente que hay otras obras que se citan por su importancia o por lo que significaron en un momento determinado. Por eso quizá empiezo con una confesión personal sobre el origen de mis lecturas, entrelazada con algunas consideraciones sobre la historia moral de las novelas y la desconfianza que siempre ha suscitado lo imaginario. Pero sí, no se puede ocultar lo que para mí significa ‘El Quijote’ que lo he leído, estudiado, disfrutado, vuelto a estudiar y sigo disfrutando, como tampoco, por las veces que se citan se oculta mi admiración, por novelas como ‘Guerra y paz’ o ‘Ana Karenina’ o mi afición por expresiones más recientes del relato que se viene haciendo desde los setenta y ochenta en los que la posición del escritor ante la historia o ante el pasado reciente se ve entrelazada en la novela con retazos de su vida personal y este fenómeno me interesa particularmente».

‘La historia desatada’ comienza a vivir una segunda vida. El ensayo se publicó por primera vez hace diez años y el libro, pensado no solo para estudiantes o críticos, sino para lectores interesados en conocer los fundamentos del género, se descatalogó rápidamente. Menoscuarto consideró un derroche que el libro se olvidara y ofreció a Mainer la posibilidad de que saliera de nuevo a la calle con las ampliaciones y modificaciones que considerara oportunas. Esto ha dado como resultado casi un nuevo libro, pues a las correcciones inevitables y matizaciones a la luz de la marcha reciente de las cosas se unen páginas nuevas sobre aspectos como la narrativa femenina, la relación entre ensayo y novela, la narración en primera persona, el cuento como género y la llamada autoficción en el marco más general de la narrativa de los últimos treinta años.
Es claro que, por ejemplo,  el ‘boom’ del microrrelato no se había producido cuando esta historia apareció por primerz vez y ahora se le dedica un espacio al final del libro.
Tratándose de un género en permanente evolución y expuesto cada cierto tiempo a los augurios de quienes se apresuran a certificar su defunción, son especialmente interesantes las reflexiones sobre Cervantes y sus dudas ante lo que estaba escribiendo. Y no es aventurado conjeturar que podemos estar viviendo un momento similar.
«Sí. Es muy parecido. La novela es un género en permanente apertura. Parece como si en ocasiones se disolviera en el ambiente y fuera cambiando de forma a medida que va absorbiendo cosas. Está en crisis permanente pero en crisis de modificación. Cervantes vive la crisis constitutiva de la novela y es el que más lucidamente se da cuenta de que todos los hilos de lo narrativo que existían podían fusionarse en algo nuevo. Pero ocurrió algo similar al principio del siglo XX y también las décadas de los sesenta, setenta y ochenta. En realidad, han sido pocas las épocas en las que la novela ha tenido un programa definido. Lo tuvo la novela realista del siglo XIX, con un programa claro y concreto que se ve en autores como Galdós, Balzac o Tolstói. Todos ellos sabían, por decirlo así, lo que había que hacer y lo que pretendían».
Mainer recuerda cómo a ese auge le siguen tiempos en los que el género queda ensombrecido. En España muy claramente en los años 20 y 30 del siglo XX, en los que la novela «es un género secundario, con mucho menos prestigio que la poesía y es en ese momento cuando muchos se hacen la pregunta de si el género seguirá subsistiendo o sucumbiría definitivamente. Pero siempre se demuestra que todo es cuestión de esperar. Porque la novela absorbe los cambios y sale fortalecida. La novela puede con todo».
Así también en estos momentos en los que «como se decía del mundo posmoderno parece que vale todo. O se escriben narraciones muy largas de naturaleza indefinida o narraciones muy cortas como los microrrelatos o el aforismo, que está viviendo una vida renovada. O se escriben ensayos como si fueran novelas o novelas que tienen algo de ensayos. El microrrelato es, como diría la cosmología actual, un agujero negro, una enorme concentración de materia a punto de estallar, una narración que se nos presenta concentrada».
No elude el libro la relación entre la poesía y la narrativa. «La novela fagocita otros géneros y la presencia de fragmentos de poemas o de poemas completos en las novelas ha sido una constante. Ha habido momentos en los que se ha hablado de novela poética y de poemas que tenían algo de novelas». E ilustra su ejemplo con la mención de ese curioso libro ‘Antología de Sponn River’, de Edgar Lee Masters, «de hecho una falsa antología sobre supuestos epitafios que bien podría haber sido un relato de vidas pasadas».
El libro trata concienzudamente todo el entramado de un género con las referencias a autores imprescindibles como Kafka, Dickens o Dostoievski y relaciona el pasado con los nuevos movimientos del género, de forma que asistimos al surgimiento de una cartografía a la vez personal y erudita, amena y reveladora, realizada por un autor que asiste con distancia a la confusión que algunos fenómenos editoriales pueden generar sobre determinados aspectos de la novela. Es el caso por ejemplo de la novela histórica, cuya verdadera naturaleza habría que distinguir claramente de lo que ahora se entiende por tal.
«Tengo un respeto por la tradición de la novela histórica que ha sido muy importante en el contexto de los años 30 y 40 del pasado siglo, en que surge una novela histórica de gran densidad filosófica. Nada que ver con lo que ahora se entiende por novela histórica y que se trata más bien de un fenómeno ‘aliterario’, que atiende a una necesidad de lectura fácil para que la gente se entretenga al tiempo que se entera de algunos acontecimientos. Sería algo así como el que va a una agencia de viajes para saber dónde quiere ir. Se trataría de un fenómeno para captar lectores más que otra cosa».
Más optimista se muestra cuando se le pregunta por el futuro de la crítica, que en los últimos tiempos parece no atravesar su mejor momento. «Los malos momentos de la crítica están directamente relacionados, los comparte con la literatura. Pero en la medida en que esta exista existirá ese mecanismo de aproximación y subrayado que crea el campo literario. Y por tanto no corre ningún peligro».

 

(Artículo publicado en el suplemento cultural de El Norte de Castilla,  La Sombra del Ciprés)

Foto de Mainer en la Universidad de Valladolid de Ramón Gómez

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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