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De Norte a Sur con buen cine (Seminci II)

La historia de la humanidad puede escribirse contando la historia de sus guerras. Y esto parece especialmente verdad en el caso de los personajes de la última película de la realizadora india Deepa Mehta que ayer hizo madrugar a los espectadores del pase de prensa en la Sección Oficial de la Seminci. Calor y color indios en un filme que cuenta la historia de Saleem Sinai y Shiva dos niños que nacen a la misma hora en la medianoche del 14 de agosto de 1947 cuando India está proclamando su independencia de Gran Bretaña. Una comadrona intercambia entre ellos intencionadamente sus identidades y por lo tanto sus destinos, que, por otra parte, estarán irremisiblemente unidos al de un país naciente en medio de grandes conflictos externos e internos.
‘Los hijos de la medianoche’, basada en una novela homónima de Salman Rushdie, escritor que colaboró estrechamente con Mehta en la puesta en pie del proyecto, es una película que aúna humor, simbolismo, fantasía, crónica de costumbres, algún toque bollywoodiense e incluso kitch y de todo ello sale un filme, quizá algo largo, pero que se ve con comodidad y gusto.  El filme tiene un magnífico arranque con las idas y venidas de un recién estrenado médico, abuelo del protagonista, por el lago de Cachemira; tiene momentos más flojos en la parte central y recupera ritmo y brío al final del filme. De manera que el espectador sale de la sala con la sensación de no haber errado en su decisión de aventurarse en una película de casi dos horas y media.
Mehta no es nueva en la Seminci. En la 36 Semana, cuando era una directora novel participó con ‘Sam y yo’, y ya en la 50 edición, consiguió el premio de la Juventud por su filme ‘Agua’ (uno de los capítulos de su proyecto sobre los cuatro elementos). Para ella sonaron  los primeros aplausos de la mañana.
Una mañana que continuó con buen nivel gracias a ‘Barbara’, del director alemán Christian Petzold, un realizador poco conocido en España pero muy premiado en su país. Entre otras cosas, fue Oso de Plata en Berlín por su filme ‘Yella’ en 2007. En la Seminci se estrena con una película ambientada en el verano de 1980 y centrada en el personaje de una doctora que pide un visado para salir de Alemania Oriental. Su petición es castigada con un traslado forzoso desde el prestigioso hospital de Berlín en el que trabaja hacia un hospital de provincias donde coincidirá con el doctor André Reiser quien, desde el principio, intentará traspasar la barrera defensiva que Bárbara ha levantado a su alrededor.
La película tiene la mejor base estructural para que  el cine lo sea de verdad: la capacidad para mostrar la historia sin necesidad de ‘contarla’, a base de imágenes llenas de sentido, que eluden obviedades y van al nudo de la historia. Lo consigue una buena síntesis entre el guión y su realización.
Petzold ha conseguido un filme silencioso, como su silenciosa protagonista, a ratos duro como ella, y a ratos más tierno como la mirada del doctor Reiser. Uno de sus principales atractivos es que mientras seguimos el ir y venir en bicicleta de Barbara desde su nuevo trabajo a su un tanto cochambroso nuevo piso y mientras la cámara nos descubre sus actividades clandestinas se mantiene el suspense y éste dura hasta el mismo final del filme. Nada es previsible en esta historia diferente, ambientada en un momento en que la Alemania dividida marcaba penosamente la vida de sus habitantes, sobre todo de los que no se conformaban con el estado de las cosas. Nina Hoss consigue ser una convincente profesional comprometida con su trabajo pero dispuesta a dejarlo todo por salir  de un país en el que se siente ahogada.
En el último round
Y llegó Kaurismaki a la última sesión del día. Mika Kaurismaki viene siendo un habitual de la Seminci. El año pasado estuvo presente con ‘Hermanos’ un filme en el que su método de rodaje sin guion, basado sobre todo en la interpretación de los actores dejaba a la película en eso, un ejercicio actoral con reminiscencias shakesperianas.
El comienzo de ‘Rumbo al Norte’ (‘Tie pohjoiseen’) hacía temer lo peor. Que fuera un divertimento más de Mika Kaurismaki, este director que se ha especializado en los grotesco, en presentar el lado más cutre de la vida y en relaciones familiares difíciles, y al que a veces cuesta reírle las gracias.
La historia nos muestra a Timo, un concertista de piano, que recibe una noche la inesperada visita de Leo, un tipo obeso, desastrado y algo zafio que resulta ser el padre  al que  había perdido la pista  cuando él apenas tenía dos años. Ambos comienzan un extraño viaje hacia el Norte, que es en realidad para Timo un viaje a las lagunas de su pasado y a la posibilidad de restauración del fracaso en el que ambos parecen haber estancado sus vidas.
La película tiene dos partes claramente diferenciadas. Durante la primera no se sabe muy bien qué se nos quiere contar y adónde lleva (nunca mejor dicho) ese viaje hacia el Norte, entreverado de chistes más o menos graciosos y tópicos diversos. Pero en algún momento la película crece, reúne los elementos que el director ha ido dispersando aparentemente sin sentido y se cierra en alto. Se salva en el último round.

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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