(A propósito de ‘Short Term 12’, ‘Presentimientos’ y ‘Night Movies’)
Ninguna de las dos películas de la Sección Oficial de la mañana del domingo quedarán para la historia del Festival. Y, aunque probablemente compartan este destino, lo cierto es que son muy distintas propuestas con muy diferente resultado.
‘Short Term 12’ plantea un tema muchas veces tratado por el cine más directamente social. El estadounidense Destin Daniel Cretton nos cuenta la historia de Grace, la supervisora de un centro de acogida para niños en situación de vulnerabilidad que en un momento de su vida, por la llegada al centro de una adolescente inteligente y problemática, tendrá que enfrentarse a la suya propia y a un pasado no resuelto y muy parecido al de la niña.
La película, que en un principio fue un corto premiado por el jurado de Sundance en 2009 y estuvo nominado a los Oscars, resulta, a pesar del tema tratado y, de los graves problemas que arrastran sus protagonistas, amable, lo cual no deja de ser chocante. Evita la tensión, obvia la dureza a la que lleva la convivencia con seres tan heridos, jóvenes que cargan con la torpeza o la maldad de los adultos que les han robado la infancia. Y el abuso sexual de fondo. A pesar de que más intuimos que conocemos en directo sus problemas, se podría decir que la casa es una especie de territorio cuasi feliz y s us cuidadores ángeles, sobre todo uno de ellos, el novio de Grace, un ser al que todos necesitaríamos cerca alguna vez. Tan problemático es cargar las tintas en el tremendismo al que llevan este tipo de películas como situarse en el polo opuesto. El filme se mantiene con dificultad en el filo del ternurismo, sorteando, con más o menos acierto, la caída hacia la blandenguería y el cuento de hadas y saliendo airoso milagrosamente de sus propias trampas que son bastantes. Con todo, tiene momentos brillantes como el rap interpretado por uno de los internos, un momento lleno de verdad.
Crisis
Menos suerte a la hora de sortear las dificultades del guión muestra ‘Presentimientos’, segunda película española a concurso. Santiago Tabernero vuelve a la Seminci tras su paso en 2005 por esta misma Sección Oficial con su ‘Vida y color’ que obtuvo el premio del público. Ahora se basa en una novela de Clara Sánchez para escribir el guion de su segundo largometraje con la ayuda de Eduardo Noriega, también protagonista del filme. Curiosamente la segunda película española a concurso también tiene a una mujer en el primer plano de la historia, una mujer que atraviesa una crisis en un matrimonio en el que no parece encontrarse a gusto. Un accidente la tendrá en coma durante un tiempo crucial, que es el que ocupa la película.
El mérito del proyecto es no haberse arrugado ante una estructura narrativa complicada que se mantiene en vilo con mayores o menores dificultades (salvando obviedades y tópicos). Pero ese ejercicio de mantener el edificio se derrumba al final, cuando la impostura tanto de la parte de ensoñación por así decirlo y la ‘real’ confluyen en la inverosimilitud de un ‘happy end’ impostado. Una lástima pues el filme cuenta con actores de peso. Marta Etura y Gloria Muñoz son dos grandes actrices metidas aquí en empresas poco agradecidas.
Y para terminar la jornada la auténtica prueba de ‘Night Moves’, la historia de tres ecologistas que deciden volar una presa hidroeléctrica como protesta por la esquilmación de los recursos naturales. La dirige Kelly Reichardt, que se ganó cierta celebridad con su revisión del western en ‘Meek’s Cutoff’, presentada en el Festival de Venecia de 2010. Ahora firma un ejercicio de estilo que pone a prueba la paciencia y la voluntad del espectador. Morosa narración de los preparativos del atentado, casi con tintes documentales, en un ambiente nocturno, como su mismo título indica, oscuro hasta el exceso, que hace difícil seguir la historia. Largos planos fijos en el rostro de los protagonistas apenas visibles y secuencias sin apenas diálogos, pero subrayadas con una música monocorde e irritante hacen más áspero aún el desarrollo del filme, que se podría haber resuelto en menos tiempo. El espectador tiene poco donde agarrarse salvo considerar que ver la película puede ser una penitencia por contribuir con su indiferencia al maltrato del planeta.
En cuanto a la factura del filme poco que reprochar, pero una película ha de tener algo más que corrección y riesgo para llegar al patio de butacas.