SEMINCI IV
SOBRE ‘EL ARCA DE NOÉ’, de Adán Aliaga y David Valero; ‘COMING HOME’, de Zhang Yimou y ‘LA TIRISIA’ de Jorge Pérez Solano
Adán Aliaga llegó a la Sección Oficial de la Seminci de 2009 y triunfó. El premio Pilar Miró al mejor realizador novel fue para su primer largometraje de ficción, ‘Estigmas’, una arriesgada propuesta en blanco y negro que era toda una declaración de intenciones. Si Aliaga seguía por ese camino quizá podría asegurar su presencia en festivales (y a la vista de lo que sucede por ahí, no en todos) pero quedaría fuera del cada vez más chato y previsible circuito comercial. Así que solo los que no tuvieran noticias suyas podrían ayer llamarse a engaño durante la proyección de ‘El Arca de Noé’, que estrenaba (y cerraba) la participación española a concurso en la primera sección del festival.
En esta ocasión Aliaga (Alicante, 1969) se ha buscado un cómplice en la persona de David Valero (San Vicente de Raspeig, Alicante, 1977) y ha rodado en color una historia sobre tres personajes (metaforizados en el lobo, el oso y el avestruz) deseosos de abandonar una realidad en la que no encuentran acomodo.
De entrada ya es un alivio que la primera, y única, película nacional a concurso sea un proyecto nada acomodaticio. Original, con los toques surrealistas que ya tenía ‘Estigmas’, presenta a dos hombres y una mujer dispuestos a escapar, a hacer ‘un viaje’ hacia otros mundos posibles, aunque finalmente estén en este. Un viaje que, según explicaron sus responsables en la rueda de prensa posterior a la proyección, no puede ser sino un viaje interior, una forma distinta de ver la realidad, aunque esto no quede muy claro en el planteamiento del filme.
Narrado a partir de imágenes muy poderosas y de una interpretación actoral que resulta un tanto (creo que pretendidamente) desaliñada, y dotado de una ironía que sobrevuela con humor los esfuerzos de quienes buscan en la física cuántica y los distintos métodos de sanación espiritual una respuesta a la crisis global, el filme consigue mantener interesado al espectador. Al menos a quien suscribe esta crónica.
En la parte negativa, habría que decir que en ocasiones la película parece no estar abrochada del todo, no solo por algunos flecos sueltos de guión, sino por la sensación de precariedad formal que emite. Al parecer, los realizadores tenían doce horas de filmación lo que da idea de los descartes salvajes que tuvieron que hacer para dejarla en los 76 minutos que dura.
Pateo final un tanto precipitado (el filme tenía epílogo en el mismo tono humorístico que impregna el filme) y aplausos de quienes sí vieron las perlas que encierra una película que efectivamente no es redonda. ¿Pero es que hemos visto alguna verdaderamente redonda hasta ahora?
Disidencia
Después, Zhang Yimou, uno de esos directores que aquí se programan para asegurar, porque son como de la casa. Su última participación antes de esta ‘Gui lai’ fue en el festival de 2011, con ‘Amor bajo el espino blanco’. Ahora vuelve a su denuncia sobre los estragos que causó la Revolución Cultural en la vida de cuantos no quisieron alinearse y alienarse bajo las directrices del Partido y el pensamiento únicos.
La película, en la que vuelve a contar con la actriz que acompañó con su belleza y su presencia dramática sus primeros éxitos, Gon Li, se ve con agrado. Cómo no. Estamos ante un director sólido, que rodó títulos que han quedado en la memoria de la cinefilia como ‘Sorgo rojo’ ‘Semilla de crisantemo’ o ‘La casa de las dagas voladoras’, pero a pesar de ser una película correcta, amable, no llega al nivel de sus mejores títulos.
Lu Yanshi es un disidente detenido por el régimen que tras diez años en un campo de trabajo consigue huir por lo que pone en el punto de mira de las autoridades a su mujer, una profesora, y a su hija, una estudiante de danza que apenas ha conocido a su padre pues era muy niña cuando fue encarcelado. Yanshi consigue comunicar con su esposa y planean huir juntos, pero el plan se trunca por la denuncia de la hija, que cree que así conseguirá el papel que tanto anhela. Cuando años después la Revolución Cultural se aplaca y Yanshi es liberado, su mujer ha perdido la memoria y no le reconoce. Desde entonces dedicará su tiempo a intentar recomponer su familia.
El argumento sin duda interesante, basado en la novela ‘The criminal Lu Yanshi’, no es suficiente para sostener la película que se espera de Yimou que, sin embargo, muestra su maestría en escenas como la de la segunda detención del protagonista, en una estación, con los viajeros envolviendo con sus idas y venidas la tensión y el drama de la familia.
Resulta hasta cierto punto injusto, por otra parte, meter en el mismo saco de una crítica cinematográfica productos tan distintos. Basta con comparar la escasez del presupuesto de ‘El Arca de Noé’ con los medios con los que cuenta un director como Yimou para sacar adelante sus proyectos. Pero de eso se trata en un festival.
En el desierto
La tercera película del día, la mexicana ‘La tirisia’, comparte con la primera varias cosas: también en esta sus protagonistas quieren huir, también el guion deja algunas dudas sin resolver.
Una aldea mexicana en pleno desierto y olvidada por las autoridades (la imagen del aspirante a diputado cuya comitiva pasa de largo a pesar del mitin que le tenían preparado, lo que recuerda por cierto a ‘Bienvenido Mr. Marshall’ es contundente) es un lugar propicio para que sus habitantes sufran de tirisia, una enfermedad del alma. Una sociedad pobre y machista puede ser un infierno para las mujeres que a menudo quedan embarazadas de hijos que no desean.
Una historia dura narrada con dureza, con la misma sequedad y desnudez del lugar en el que se desarrolla. La premiosidad es también una opción válida, sin duda, pero tan extrema que llega a resultar irritante para un espectador que acaba por no empatizar con los personajes, tal es el cansancio al que se ve sometido. Quizá un ejercicio de síntesis hubiera ayudado a una película que sin embargo es necesaria, como denuncia de la situación de sumisión en la que viven muchas mujeres en sociedades como la que describe el filme.
(Fotograma de ‘Coming Home’, de Zhang Yimou