A PROPÓSITO DE ‘THE GUILTY’, ‘JAULAS’, Y ‘LA QUIETUD’
De las múltiples posibilidades que ofrece el lenguaje fílmico, el sueco afincado en Dinamarca Güstav Möller ha elegido la aparentemente menos cinematográfica, al tiempo que una de las más arriesgadas en ‘The Guilty’. Contar la historia situando la cámara frente a uno solo de sus protagonistas. Sin salir del espacio donde se encuentra, sin apenas respiro de contexto. Asher Holm es un policía apartado de la calle porque está a la espera de juicio. Su misión hasta que haya una sentencia es contestar las llamadas de emergencia del 112. Y una de esas llamadas cambiará no solo su noche, sino probablemente su vida. Es la de una mujer que ha sido secuestrada por su exmarido, que pide auxilio aunque no puede hablar, mientras sus hijos, una niña de corta edad y un bebé han quedado en la casa familiar completamente solos. La llamada que se ve obligada a cortar se produce desde el coche que conduce su secuestrador. Y con estos pocos miembros e intentado coordinar la ayuda de las distintas secciones de la policía Holm pondrá toda su experiencia para intentar salvar la vida de la mujer de la que apenas sabe algo más que su nombre.
Möller se estrena en el largo con esta muy destacable película que cuenta entre sus mejores cualidades con un guión milimétricamente planteado, un actor increíblemente seguro ante la difícil papeleta de sostener sobre sí toda la intriga y hacer ver al espectador algo que no está a su alcance y una sabiduría con la cámara que parece digna de mayor experiencia. Unidad de espacio y tiempo que ya hemos visto otras veces en el cine reciente pero no con tan buenos resultados. Opción que no solo no pone dificultades al espectador, sino que le mete de tal manera en la sede de emergencias que es imposible desviar el rostro del policía que le acaban de presentar.
FALLIDO ESPERPENTO
Fantástica manera de empezar la mañana del martes, que se nubló después con la proyección de ‘Jaulas’. Otra opera prima, esta vez del sevillano Nicolás Pacheco. Lo mejor que se puede decir de este fallido filme es que encierra en su interior algunas buenas ideas y algún momento estéticamente interesante que quizá sirvan como bagaje para una mejor ocasión. El problema de ‘Jaulas’ es para mi gusto que el director no supo o no se atrevió a quedarse en una carta concreta. Si quería optar por el esperpento, tendría que haber arriesgado y mantener el tipo. Pero en vez de eso la película entra y sale de esa zona, da bandazos, roza el ridículo y no saca partido a lo ridícula que puede ser la vida. La promesa inicial de los pájaros cantores y la habilidad de sus imitadores humanos se queda en una anécdota, y en un subrayado simbólico final innecesario. Y en eso acaba la película, en una sucesión de sucesos anecdóticos que no encuentran el hilo conductor.
LA (IN)QUIETUD
Confieso mi inclinación por el director argentino Pablo Trapero. Quizá por el buen recuerdo que me dejó su primera película, estrenada en la 44 Seminci y que obtuvo el premio Fipresci. Aquella ‘Mundo grúa’ sigue entre mis favoritas de este director que cuenta con otros títulos destacables, como ‘El bonaerense’, ‘Carancho’, ‘El elefante blanco’ o ‘El clan’. Quizá por todo eso esperaba más de este sorprendente filme, sorprendente hasta cierto punto en la trayectoria de un director que ha demostrado que se encuentra cómodo cambiando de registro.
El problema aquí vuelve a ser el de no saber exactamente qué historia quiere contar: si la de dos hermanas separadas por un océano que se quieren a rabiar y que se enfrentan juntas a la desaparición del padre, la relación de este con la dictadura argentina (que al final a pesar dela repercusión que tendrá en el futuro dela familia queda solo en la superficie), el amor odio que la madre, una espléndida como siempre Graciela Borges, siente por la menor de sus hijas…
La ironía del título de la película (nombre de la finca familiar cercana a Buenos Aires) y quizá la presencia de Borges me recordó a esa gran película que es ‘La ciénaga’ de una directora argentina, Lucrecia Martel, a la que Trapero admira. Aunque esta esté a años luz de aquella.
No cabe duda de que estamos ante un notable director que aquí ha resbalado en el guión. Lo mejor de la película, sin duda, las tres protagonistas. Además de la veterana actriz, Martina Gusman y Bérénice Bejo sostienen la mirada (a veces cuesta distinguirlas) aunque no siempre el interés.
(Foto de ‘The Guilty’ por Jasper Spanning)