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65 SEMINCI. TOMA II

EL TIEMPO RECOBRADO DE TOMÁS SALVADOR. LA PRESCINDIBLE ‘PUPPY LOVE’ Y UNA HISTORIA ORIGINAL EN TORNO AL HOLOCAUSTO

Tomás Salvador, en una imagen de archivo

A veces ocurre: un amigo muere y su tiempo se precipita, se agolpa, cae en cascada sobre quienes lo amaron. Y quienes lo amaron han de coger ese tiempo con las manos, amasar con él su figura y mantenerla viva en su corazón. Si el amigo además es poeta, con su tiempo caen en cascada las palabras que él amó. Esto es y no otra cosa ‘El tiempo robado’, el documental que Seminci estrenó ayer y que recuerda la figura y celebra la palabra de Tomás Salvador González (Zamora, 1952, Móstoles, 2019) fallecido a los 67 años con una obra cuajada, pero al que no es aventurado pensar que le quedaban muchas cosas por decir y por vivir.

Juan Carlos Rivas, director

El autor de libros como ‘La sumisión de los árboles’ o ‘Favorables país poemas’ queda retratado a través de las palabras de su familia, de su mujer, Cristina del Teso, de su hijo Bruno, de sus hermanos María Antonia y Bonifacio y muy especialmente de sus amigos, en su mayoría también escritores y poetas que formaron el llamado Grupo de Valladolid, pues en su Facultad de Filosofía y Letras se conocieron y en esta ciudad surgieron sus primeros proyectos literarios en torno a revistas como ‘Un ángel más’ o ‘El signo del gorrión’. Muchos de ellos aparecen en el documental (Gustavo Martín Garzo, Luis Marigómez, Esperanza Ortega, Miguel Casado, Olvido García Valdés, Miguel Ángel Moreno, Christine Monot, su primera mujer) y estuvieron ayer en la proyección. Otros, como Ildefonso Rodríguez, Víctor M. Díez o Tomás Sánchez Santiago, que también formaron parte de esa comunidad en torno a la palabra, aparecen en diversos momentos de la película. Como dijo el director de la Seminci, Javier Angulo, la de ayer fue la tarde de los poetas, pues la sala estaba llena de escritores.

Aunque la dirección y el guion se deben a Juan Carlos Rivas (crítico de cine y realizador) se trata de una obra coral, pues son los amigos y su familia quienes van, tesela a tesela, componiendo el mosaico de una personalidad muy atractiva, de un escritor riguroso, de un amante del buen cine, de un profesor que embarcaba a los alumnos en la aventura de amar la literatura y las artes, de alguien para el que la ética no era una palabra vacía. Nada amante de los fastos literarios, su tendencia al recogimiento, su opción por vivir apartado en Arenas de San Pedro, probablemente le privaron de un mayor reconocimiento, sin duda merecido. Solitario, pero necesitado del murmullo de la amistad, como reconoce en un poema, son ahora esos amigos los que construyen el edificio de su memoria, que tuvo ya algunos cimientos cercanos al momento de su partida: la Poesía Reunida, (‘Una lengua que él hablaba’), que publica Dilema un año antes de su muerte, y dos libros póstumos: ‘Restos de infancia’, y ‘De Aleda a Aldea’, dedicado a su poesía visual. Esta faceta de su obra, derivada de su instinto para relacionar palabra e imagen, el papel que en la investigación en torno a las palabras tuvieron los titulares del periódico ‘El País’ que seguía día a día y, sobre todo, la voz del poeta, forman parte importante del documental.

El actor Javier Gutiérrez, que ha colaborado en el film poniendo voz a los poemas de Tomás Salvador, dijo ayer durante su presentación que, cuando terminó de verlo, sintió ganas de salir corriendo a una librería y comprar los libros del autor homenajeado. Y así es en efecto: la película, llama a conocer su poesía, y no solo a la suya, a poesía y al arte en general y es también una invitación a descubrir el sentido de la vida, que no es otro que el amor. Y en esto hay que reconocer la mano que ha mecido la cuna de la añoranza, es decir la labor de Juan Carlos Rivas. Este tipo de homenajes se la juegan en el guión y en el montaje. Y ambos son un acierto.

OPERA PRIMA Y HOLOCAUSTO

La Sección Oficial a concurso contó en la segunda jornada del Festival con ‘El profesor de persa’ (‘Persian Lessons’) tercer largometraje del director ucraniano Vadim Perelman, cuya primera película, ‘Casa de arena y nieba’ (con Jennifer Connely y Ben Kingsley), logró tres nominaciones a los Oscars. Aquí se introduce en un campo de concentración de la Alemania nazi para contar la historia (basada en hechos reales según se anuncia en los títulos de crédito) de Gilles, un joven judío que es arrestado por las SS en la Francia ocupada. A punto de ser asesinado, Gilles salva la vida mintiendo acerca de su origen. Afirma no ser judío sino persa. Pero la casualidad que le salva la vida, un libro que le acaban de regalar a cambio de comida, será su espada de Damocles, cuando un oficial del campo le obliga a darle clases de farsi, idioma que desconoce por completo.

Las guerras están llenas de historias increíbles, de salvaciones casi milagrosas, en las que el azar, el miedo y la buena o mala suerte juegan una macabra partida de ajedrez con las víctimas. Vadim Perelman cuenta una historia original y lo hace correctamente, académicamente, sin asumir riesgos, confiado en un guion que logra mantener la atención sobre la suerte que correrá el protagonista (al que el miedo agudizará el ingenio y la voluntad) y en las interpretaciones creíbles de los actores principales, el argentino Nahuel Pérez Biscayart y el alemán Lars Eidenger.

La mañana había comenzado con la prescindible ‘Puppy Love’, opera prima de Michael Maxxis. Un festival de marginalidad, sexo duro, prostitución, palizas, drogas y poco rock and roll. Cuenta la historia de Morgan un joven que presuntamente tiene una lesión cerebral, es decir, que es discapacitado psíquico, aunque, comparado con los descerebrados que le rodean (desde su hermano, a su madre adicta al juego, y a los ‘figuras’ que va encontrando en su camino) parece raro, sí, pero también el más sensato. El filme, galería de bestias pardas, machistas y en general de personajes con pocas luces, es de difícil digestión, aunque de vez en cuando ofrezca el remanso de paz de una piscina comunitaria, en una de cuyas balsas de agua caliente el protagonista (el actor Hopper Jack Penn, a la sazón hijo de Sean Penn y Robin Wright) está contando su historia a unos desconocidos.

El filme podría tener algún pasatiempo: contar por ejemplo las veces que se pronuncia la palabra ‘fuck’, (decenas y decenas) pero es un entretenimiento tan inútil por otra parte como el propio filme. Eso sí, hay que reconocer a Michael Maxxis su agilidad para la narración fílmica, su capacidad técnica, por lo que no es ilusorio esperar alguna obra suya estimable en el futuro si encuentra una historia potente que contar.

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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