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65 SEMINCI. TOMAIII

EL DESGARRO DE UN PADRE CON HIJO AUTISTA Y LOS DESVELOS DE UN MÚSICO TRADICIONAL PARA TRIUNFAR DIALOGAN EN LA JORNADA DEL LUNES

Shai Avivi y Noam Imber, en una escena del filme

Tercera jornada de esta silenciosa Seminci. La primera propuesta de la mañana venía de Israel, de un director, Nir Bergman, que no es nuevo en el Festival, ya que debutó en la 47 Semana con su opera prima, ‘Alas rotas’, y no le fue mal, ya que consiguió el premio de la Juventud en la Sección Punto de Encuentro. ‘Here we are’ tenía que haberse presentado en el Festival de Cannes suspendido por la pandemia. En Valladolid ha dejado buen sabor de boca, al menos en el pase de prensa. Ambientada en Tel Aviv, plantea un conflicto universal: el de un padre que ha dedicado su vida a cuidar de su hijo autista pero que se enfrenta al momento en que debe separarse de él.

En el film, Aharon es un diseñador gráfico de éxito en su juventud que abandona su carrera para dedicarse al cuidado de su hijo Uri, un niño con deficiencia psíquica derivada del autismo. Cuando Bergman nos los presenta Uri ya es un joven en la veintena y su padre, un hombre maduro divorciado que ha convertido a su hijo en el centro de su vida. Duerme con él, acompaña sus rutinas, es el que sabe manejar sus estados de ánimo cuando llegan las crisis. Pero la madre de Uri y ex esposa de Aharon quiere internarlo en un centro especializado. Ella piensa en el futuro, en ese momento en que su padre ya mayor no pueda cuidarlo. Y ha conseguido plaza en uno de los centros de mejor fama. El padre se opone a internarlo y la mala relación entre ambos progenitores complica la situación. Aharon emprenderá con su hijo una huida hacia adelante que pondrá de manifiesto que la relación estrecha entre padre e hijo es también para el primero una coartada, un escondite donde acomodar sus frustraciones.

Película sin grandes pretensiones, bien narrada, sin efectismos, que logra en una suave escalada de tensión emocional que el espectador se ponga en el papel de comprender el desgarro del progenitor que se ve en la encrucijada de decidir que será lo mejor para su hijo.

Cuenta con dos buenas interpretaciones: Sobrio en el papel de padre Shai Avivi, uno de esos actores cuyo rostro dice sin palabras y que resiste los primeros planos; y eficaz y creíble Noam Imber en el papel de Uri. Para este actor, el mundo del autismo no le era ajeno, ya que su padre trabajaba en un centro para discapacitados. Nada en la historia le era ajeno en realidad al equipo de la película, ya que la historia está basada en la experiencia familiar de la guionista del film, Dana Idisis.

En el pertinaz silencio de este año en las salas, se oyeron algunos aplausos.

TRADICIÓN Y COMERCIO

Una escena de ‘El discípulo’

Más difícil le resulta al espectador occidental empatizar con los anhelos del protagonista de ‘El discípulo’, filme indio que completó la Sección Oficial del lunes. Una estimable película, que, sin embargo, no llega a rematarse del todo. Cuenta los esfuerzos de Sharad Nerulkar, un joven músico cuya única ambición en la vida es continuar la tradición centenaria de la música del Norte de su país y dominar sus ragas o estados melódicos. En su caso, además, continúa la tradición familiar pues su padre fue también un intérprete reconocido. Tiene a uno de los grandes intérpretes, el anciano Guruji, como maestro y mentor, al que cuidará como a un padre cuando las fuerzas le fallan. Sharad, a quien acompañamos en su esfuerzos por abrirse paso en su carrera sin salirse de la pureza del canon y al que en ‘flash back’ vemos de niño siguiendo los pasos del progenitor, se emplea a fondo en su objetivo, pero el talento no le acompaña. Le falta esa chispa de genio que se hace más necesaria cuando la tradición está además amenazada por la corriente de superficialidad y el triunfo de la más ramplona comercialidad. Las imágenes del programa de talentos ‘Fame’, de la televisión india, intercalados en la segunda parte de la historia, son calcadas a las del Idol Kids de nuestras pantallas, quedando claro que en este mundo global en todas partes se cuecen habas y shows prefabricados.

El director Chaitanya Tamhane, que se estrenó en el largometraje con ‘Court’, filme de amplio recorrido en festivales de todo el mundo, ha contado en la producción con el mexicano Alfonso Cuaron para este segundo film. Que tiene sin duda grandes cualidades, desde la dirección artística y la ambientación, a los travellings del protagonista cruzando la ciudad en moto mientras escucha los audios de una maestra de la voz en los que descansa la filosofía de la película. Pero el guion no acaba de quedar bien definido, deja zonas de sombra, más oscuras aún para los neófitos en las tradiciones musicales indias.

Tamhane arriesgó buscando para los papeles profesionales a músicos de carrera, lo que juega en beneficio de la banda sonora y no desluce los pasajes interpretativos.

Aunque ambos filmes son muy ‘de Seminci’ y aunque sea pronto para decirlo, pues esto no ha hecho más que empezar, estamos a la espera de la película del Festival. Eso sí, sin hacer apenas ruido y detrás de nuestras mascarillas.

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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