Tercera exposición de Mercedes Pimiento en la galería Javier Silva de Valladolid. La artista andaluza (Sevilla, 1990) afincada en Hospitalet de Llobregat muestra bajo el título ‘Arquitecturas terminales’ una serie de piezas en las que lo escultórico prima sobre lo referencial. El concepto ‘terminal’ tiene que ver aquí no tanto con un sentido de conclusión sino con el que le da Martin Pawley en su ensayo ‘Terminal Arquitectures’ de 1998 y que ha inspirado de alguna forma estos trabajos: un sentido de conexión, de ensamblaje. De hecho, aquí la mayoría de las piezas son modulares. Si en su primera exposición en la sala de la calle Renedo Pimiento reflexionaba acerca de cómo el ser humano ocupa el espacio y lo transforma, y en la segunda, ‘Los paisajes invisibles’, analizaba en un capítulo más de ese camino la construcción del paisaje desde la mirada del hombre, aquí se centra en las conexiones entre la arquitectura y los cuerpos que las habitan.
Las cañerías, las bajantes, que a menudo están a la vista en las arquitecturas industriales como lo que sostiene el edificio (sin ir más lejos, en su estudio situado en un polígono de la localidad barcelonesa) tienen relación con las ‘cañerías’ del cuerpo humano, por donde discurren sus fluidos. Así lo rígido y lo maleable se convierten en campo de experimentación mediante la utilización de resinas, látex, cera de abeja y ceras vegetales que al solidificar se adaptan bien a una forma predeterminada ‘artificial’ o buscan su propia conformación. Aquí la artista juega con el binomio ensayo-error y no siempre tiene un plan acerca del resultado. Un resultado que se puede revertir planteando así que la forma no deja de ser algo temporal.
Una de las piezas principales de la exposición, una columna que recorre el espacio entre suelo y techo de la galería, está formada por piezas de distintos materiales, color y textura y solo una de ellas, de hormigón, fue encontrada cuando el resto estaba ya ensamblado, en una escombrera. Así el azar entra a formar parte del plan.
Otra pieza, quizá la más sugerente de las que se exponen, ocupa un rincón preferente en el suelo de la galería. Un tubo de látex “un material muy relacionado con la medicina y por tanto con el cuerpo humano” tiene unidos sus extremos por una pieza de cobre y es ésta la que da forma al conjunto.
Mercedes Pimiento que trabaja el dibujo, el audiovisual, se aleja aquí de todo apoyo referencial, se despoja de cualquier muleta y deja descansar el peso en la propia corporeidad de las piezas a la hora de plantear su relación con el espectador. Sin duda un riesgo que en su caso forma parte de una línea de investigación en torno a la construcción de la mirada y la ocupación del espacio que desembocarán en su próximo trabajo de doctorado.
Con esta muestra, la galería vallisoletana, un ejemplo de resistencia en estas épocas difíciles, retoma el pulso de sus exposiciones siempre en la complicada tarea de llevar lo más contemporáneo a un público no siempre dispuesto a dejarse interpelar por lo distinto.
(En la foto, una delas obras expuestas de Mercedes Pimiento. Por cortesía de la galería Javier Silva)