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Don Cristóbal, Lorca, Michel… y Ana Zamora

A PROPÓSITO DEL ‘RETABLILLO DE DON CRISTÓBAL’, DE LA COMPAÑÍA NAO D’AMORES

Un momento del espectáculo. Foto: Ángela Bonadíes

Uno de los elementos de la ecuación que mide la densidad de toda empresa creativa es el riesgo. Ese abandono o siquiera alejamiento del camino conocido, aunque sea un camino bien pisado que conduzca a metas donde el clima artístico esté asegurado. Hay creadores que siempre buscan. Nao d’amores lo ha vuelto a hacer. O habría que precisar: Ana Zamora lo ha vuelto a hacer.  Criada en una ciudad que vivió durante su infancia un tiempo oscuro en el que no había cines ni teatros, sentía que tenía una deuda con uno de esos creadores incansables: Julio Michel, fundador y director hasta su muerte de uno los festivales de títeres más reconocidos dentro y fuera de nuestras fronteras. Titirimundi no solo devolvió la dignidad (nunca perdida salvo en la pereza del espectador) al teatro de títeres y marionetas, educó la mirada de un público que descubrió un nuevo lenguaje artístico, una faceta de las artes escénicas compleja y llena de matices que desbordaba el tópico del teatro para niños. Y se hizo experto: aquí no se puede dar gato por marioneta. Y en ese aprendizaje muchos jóvenes descubrieron su vocación y ahora nutren compañías de teatro en todas sus variedades y oficios y en todas partes del mundo. (¿No es eso lo que debe aspirar una actividad artística de este calado? ¿No es un lujo tenerlo en nuestra Comunidad?)  Segovia es durante la celebración del Festival la capital internacional de los títeres. La nave tenía que recalar en este puerto.

La fundadora de Nao’d’amores pensó que no había mejor manera de celebrar los 20 años de la compañía que volver de alguna manera a ese lugar en el que comenzó a amar el teatro. Su ciudad, su festival. Homenajear el amigo y maestro que fue Julio Michel y hacerlo con el personaje de Don Cristóbal y, como él hizo, recrear el ‘Retablillo’ de Lorca, su origen. Aunque para ello tuviera que abandonar por un momento el teatro prebarroco con el que ha conseguido éxitos y reconocimiento. Y, dicho sea de paso, cuatro nominaciones a los Max, con el último de sus montajes, ‘Nise, la tragedia de Inés de Castro’.

Atrapar a Lorca a la manera de Zamora es bucear en documentación, investigar, conjugar tradición y modernidad, dibujar un puzzle complejo en el que vayan casando elementos de distintas tradiciones, la Comedia del Arte, la chispa del teatro popular, la genialidad del autor del ‘Romancero gitano’ para ¿rescatar la memoria moribunda de los títeres de cachiporra o acabar matando el componente popular “poetizando al más ácrata de nuestros grandes personajes teatrales”?… Pregunta que como ella misma escribe estuvo en el origen del planteamiento de su versión.

Con la dificultad añadida de que el resultado de toda esta operación ha de ser un espectáculo fresco, dinámico, aparentemente sencillo donde lo ‘popular’, sus guiños, bromas, picardías y sobreentendidos no pierdan sentido. Y Nao d’amores lo consigue. Una vez más. Su Retablillo tiene los pies en esa tradición, pero vuela también por la imaginación de su directora. Quien haya visto los espectáculos anteriores de la compañía lo reconocerá: en la forma de engarzar la música en directo en el eje vertebral de la representación (música que combina una seguidilla del XVIII con momentos de Erik Satie o Scott Joplin), en la intención de cada detalle ya sea una tela polivalente, un guiño del vestuario o el más pequeño elemento escénico… Este Retablillo compone momentos estéticos inolvidables y mágicos. Lo sostienen en escena Isabel Zamora, Irene Serrano y Eduardo Mayo y, además de los habituales de la compañía en sus distintas especialidades, merece mención aparte el papel de David Faraco tanto en los títeres como en el espacio escénico.

Recalará este barco en otros escenarios, incluido el Teatro de la Abadía de Madrid, cogerá aún más ritmo y precisión y ojalá traspase esa barrera que siempre aqueja al teatro de marionetas para llegar a su público natural que en este caso es más un público adulto y joven. Como tiene que remontar en estos tiempos a veces oscuros de lo políticamente correcto o de la hipocresía ignorante el prejuicio ante el lenguaje escatológico, las referencias sexuales implícitas en el texto o la violencia del teatro de títeres tradicional con advertencias en otro tiempo innecesarias.

Desnúdense de prejuicios, hágase el silencio y déjense llevar… Necesitarán repetir para saborear todos los ingredientes de esta preciosa farsa.

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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