MUJERES A UN LADO Y OTRO DE LA CÁMARA
Un viejo debate cada vez que una película se basa en una novela. Un viejo debate, aparentemente superado: defendemos que una película es una cosa y la novela o el libo en cuestión es otra. Pero a veces se da la sintonía y de una buena novela o de una buena obra literaria sale una buena película. Audrey Diwan, directora francesa de origen libanés, lo consigue con una pieza difícil, de esas que se escriben sin concesiones, ‘El acontecimiento’, de Annie Ernaux, la escritora que elevó el yo literario a categoría de gran literatura. El reto era difícil y las comparaciones –al menos entre el público más informado— inevitables. Ernaux tiene un verbo prodigioso, afilado, preciso, y empieza a ser más conocida en España sobre todo desde que en 2019 recibiera el premio Formentor. En el año 2000 publicó L’vénement’ y el film mantiene este título. Diwan, por su parte, no solo sale airosa del reto, sino que consiguió con esta adaptación el León de Oro en el Festival de Venecia. ‘El acontecimiento’ narra la historia de Anne (que no es otra que la de su autora) cuando, siendo una brillante estudiante de Literatura con un futuro prometedor que ella ha fijado en la escritura, se queda embarazada. Anne solo sabe que no quiere tener el bebé, que si no aborta todo su futuro se verá comprometido, pero la ley aún penaliza con cárcel esta decisión. Se abre para ella un tiempo de búsqueda de apoyos al tiempo que se hace un vacío alrededor, aunque pocas personas saben lo que le está ocurriendo. Anne es la primera universitaria de una familia humilde y la llegada de un bebé comprometería la que se adivina como una exitosa carrera. Tras un intento fallido en solitario, arriesgará su vida sin dudar en un aborto clandestino. “¿Ha estado enferma?” Le pregunta un profesor que había creído en su talento y al que pide poder recuperar el tiempo perdido durante el proceso de aborto. “Sí”, le responde ella. “¿De qué enfermedad?”, le pregunta el profesor. “De la que te convierte en ama de casa”. Estamos en Francia. Año 1963.
No hay teoría ni debate ni polémicas en el film de Diwan, solo la narración del ‘acontecimiento’: la firme decisión de Anne, el difícil entorno, el ambiente de la residencia estudiantil, los amigos, los padres por completo ajenos a lo que sucede, el padre de la criatura que no quiere saber nada, la soledad. El problema es suyo y solo suyo. Diwan no solo cuenta con su talento, hay que tenerlo para saber poner el guión en la actriz adecuada. Y aquí tenemos a Anamaria Bartolomei, otra excelente candidata a premio de Interpretación femenina. (Ha habido varias en esta Sección Oficial, dicho sea de paso, tan próxima al mundo de las mujeres desde hace algunas ediciones).
Bartolomei, su rostro, se come la cámara, por utilizar un lenguaje manido. Soporta sobre sus hombros el peso de la historia, nos hace acompañarla, entenderla, preguntarnos con angustia qué será de ella. Aunque lo sepamos. Porque sabemos cada vez más de esa gran escritora que es Annie Ernaux. Y seguiremos con atención la carrera de Audrey Diwan.
MADRES E HIJAS, INAGOTABLE ASUNTO
Otras dos mujeres se miden en ‘La Siamesas’ de Paula Hernández. La película era la cuota argentina en Sección Oficial en el día dedicado a la filmografía de este país tan querido en Seminci. Excelente debut en este certamen de la directora nacida en Buenos Aires que firma con éste su cuarto largometraje. Hernández se atreve con el inagotable tema de la familia y sus trampas, más en concreto con la asfixiante y tóxica relación entre una madre posesiva y dependiente y su hija, a la que no ha sabido ni podido enseñar a ser libre. La directora de filme como ‘Lluvia’ o ‘Los sonámbulos’ introduce a Clota y Stella (excelentes Rita Cortese y Valeria Lois) en el claustrofóbico ambiente de un autobús de línea que las traslada de Junin, ciudad en la que residen, a Costa Bonita, un lugar de veraneo poco frecuentado en la Costa Atlántica argentina donde Stella ha heredado de un padre con el que apenas tuvo relación un par de apartamentos. Poco a poco y a base de diálogos cotidianos y de actitudes perfectamente reconocibles el espectador irá sabiendo de esa asfixiante relación en que están atrapadas ambas mujeres. En particular la hija, una mujer ya madura y sola. El tema, mil veces abordado en la literatura, el teatro y el cine, no se agota. O eso es lo que demuestra esta inteligente película que solo en un momento final está a punto de perder la inteligente contención para caer en el exceso, peligro que solventa con un final tan abierto como natural.
¡Qué buena mañana esta penúltima jornada de jueves en la recta final de Seminci!