PRETENCIOSIDAD Y SIMPLEZA, A CONCURSO EN LA RECTA FINAL
Debe de haber una razón para que los responsables del Festival hayan dejado las películas más flojas a concurso de la Sección Oficial para el final. Debe de haber una razón porque sería difícil achacarlo a descuido o improvisación. El caso es que tanto ‘La chica y la araña’ como ‘La venganza es mía, todos los demás pagan en efectivo’ (¿puede haber un título más largo?) hicieron bajar el nivel medio de la Sección que hasta ese momento estaba dejando muy buen sabor de boca.
La primera, ‘La chica y la araña’, es un buen ejercicio de dirección, hay una interesante coreografía entre personajes que entran y salen de la pantalla, a veces provocando la confusión del espectador que se ve obligado a renunciar a saber exactamente dónde viven y con quién algunos personajes. (Eso me recordaba lejanamente la comunidad de Georges Perec en ‘La vida instrucciones de uso’, aunque no tenga nada que ver con la genial novela) y miradas en primer plano que al principio resultan sugestivas pero que acaban cansando. Y es que este film que firman al alimón los hermanos Ramón y Silvan Zurcher tira por la borda sus buenos elementos por la pretenciosidad excesiva, por ese lirismo impostado que no encuentra su razón de ser.
De la pretenciosidad a la simpleza sólo va el paso de una sesión. ‘La venganza es mía…’ es otro proyecto fallido en este caso por la falta de densidad tanto en los personajes como en la historia. Puñetazos a porrillo, huesos rotos que se oyen crujir, pero se resuelven como en los dibujos animados de nuestra infancia, disfunción eréctil del protagonista, señora que da mamporros como cualquier hombre… Y aburrimiento. Siempre se cuela alguna historia así en la selección, es como la cuota de esos filmes que no es que no sean buenos por raros (la rareza, el riesgo siempre puede ser bienvenidos) sino porque no saben a qué carta quedarse, a la de la ingenuidad, a la del romanticismo, a la violencia mafiosa… O a todo y a nada a la vez. Con un planteamiento que recuerda al cómic menos preocupado por la calidad, este film del experimentado director indonesio Edwin se hizo, atención, con el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno. Un leopardo al que no le encuentro la fiereza.
DOS DE SENDOS MAESTROS DEL CINE
Y vamos con las dos películas programadas como broche final fuera de concurso y firamdas por dos auténticas estrellas de la dirección. Carlos Saura y Deepa Mehta, ésta última presidenta del jurado que dentro de unas horas dictará sentencia.
‘El rey de todo el mundo’ es un musical que sigue la estela de las últimas obras de Saura en el género. Si antes fue el flamenco, la jota, el folclore argentino, ahora ha viajado a México y a sus ritmos entre rancheras, corridos, danzones y boleros se intercalan en la historia de un director de escena que decide montar un musical y para ello recaba la ayuda de su ex mujer, una reconocida coreógrafa. Teatro dentro del cine, danza y varios planos de realidad. El de los actores, el de las historias de los protagonistas elegidos, el de la violencia entre distintas bandas presente en el país… La película sube de nivel durante los números musicales y resulta más floja en el desarrollo de la historia, con actores que no están a la altura de su baile. Con todo, la magnífica fotografía de Storaro y la acertada iluminación y el ritmo sostienen el filme.
Y fuera de concurso también y con el puesto de honor de figurar en la gala de clausura ‘Funny boy’, la última película rodada por otra vieja amiga de este festival, Deepa Mehta, cuya filmografía también se ha visto al completo en Valladolid. Dos asuntos recorren la espina dorsal del guion: la guerra en Sri Lanka entre la mayoría cingalesa y la minoría tamil y el despertar a la homosexualidad de su protagonista el joven Arjie, a quien seguimos desde la infancia a la juventud. El espacio temporal de la película es las décadas de los setenta y ochenta, atentados, enfrentamientos, tradiciones y privilegios de clase conviven en un guión que discurre con fluidez y al ritmo de las canciones que traspasaban fronteras (afortunadamente no hemos vuelto a escuchar el ‘Voyage voyage’ de Desireless que se colaba continuamente de película en película. Esta vez ‘Every breath you take’ de The Police, nos daba un respiro.
Y ahora sólo queda saber el veredicto.