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(Auto)Retrato de una mujer insumisa

A PROPÓSITO DEL PREMIO CERVANTES PARA CRISTINA PERI ROSSI

Verano de 2014 o 2015… En Barcelona hace mucho calor, pero desde su terraza hay una buena vista de la parte alta de la ciudad. He quedado para charlar con Cristina Peri Rossi, hace tiempo que nos hablamos por teléfono, largas charlas porque Cristina habla como escribe, torrencialmente. De cerca me parece una de esas mujeres sin edad, que desmienten con su pasión su fecha de nacimiento. Y eso que goza de una mala salud de hierro que le hace entrar y salir de los hospitales con cierta frecuencia y que a veces le impide acudir allí donde la reclaman. Los premios al otro lado del Atlántico, en su Uruguay natal o en cualquier otro punto de Latinoamérica… Premios y homenajes que recibe virtualmente.

Ese día estaba aún reciente la publicación de uno de mis libros favoritos suyos, ‘Julio Cortázar y Cris’, en el que rememoraba su amistad con el autor de ‘Rayuela’, desde que ella era una joven escritora en ciernes y él un escritor consagrado, y que duró hasta la muerte de él. No recuerdo bien de qué hablamos, o sí, de lo de siempre: de escribir, de lecturas, de amores (ella es, aunque sea cursi decirlo no encuentro otra forma mejor, una enamorada del amor)… Recuerdo, eso sí, la luminosidad de esa casa (creo que ya no vive en ella) y la sensación de lo fácil que es a veces conversar con quien conoces de hace tan poco tiempo cuando se comparte algo que llena tanto como la Literatura.

Ese libro, salido de los talleres de la editorial Menoscuarto, como unos cuantos más en los  últimos tiempos, comenzaba con esta contundente frase: “No fui al entierro de Julio Cortázar. No estoy en la foto”. Y a partir de ahí desplegaba una crónica sentimental, emocionada y emocionante, sobre el que fuera su amigo desde que se conocieron en 1973, cuando ella ya estaba exiliada de su país, de cuya dictadura militar había escapado con 19 años.

Narradora, poeta, feminista, mujer que nunca ha ocultado su lesbianismo, es una escritora que se mueve con facilidad del cuento a la novela, y de ésta a la poesía o al ensayo. Sin embargo, muestra sus preferencias (y coincido con ella) por las distancias cortas. “Solo vuelvo a la novela cuando no me queda más remedio”, me dijo en una entrevista cuando tras 18 años volvió al género con ‘Todo lo que no te pude decir’, salida también de la imprenta del sello palentino.

Y todavía es más fascinante en esos libros en los que la biografía es la sustancia principal de la narración. Estoy hablando de ‘La insumisa’, lo último que ha publicado en España. Un libro en el que todo lo que cuenta sucedió, pero, con ser esto importante, lo que destaca en él es cómo lo cuenta. Y lo hace sin dar respiro a la lectura. Un libro sin concesiones. Audaz. Sincero. En el capítulo dedicado a su madre dice: “Desde muy chica tuve que vivir en estado de alerta. Era el soldado, la guardaespaldas de mi madre, y esa era una tarea absorbente y peligrosa. Mi madre era una mujer asustada, carente de toda protección que no fuera la mía, dado que su marido –mi padre— era un hombre huraño, violento, solitario y peligroso”.

Cuando la entrevisté por este apasionante relato de su infancia y primera adolescencia, le trasladé una frase de Elena Poniatowska (antecesora suya en el premio) sobre ella: ““Peri Rossi es la autora que corre más riesgos sin tener red debajo”.

Reproduzco su respuesta porque no puede definirla mejor:

“No me interesa la literatura que no corre riesgos. Kafka dijo: ‘la literatura es un reloj que a veces adelanta’ y coincido con él. No tengo redes, es verdad: no me protege ni me ha protegido nunca una agente literaria, ni un editor, ni un crítico literario, ni un suplemento cultural. Me han echado de casi todos lados: de mi país por luchar contra la dictadura; de España, por luchar contra el franquismo; Carmen Balcells, porque no quise estar en el armario cuando nadie publicaba un poema no heterosexual; de la Autónoma de Barcelona por dar las clases en castellano y de TV3 y Catalunya Radio, por lo mismo. Las redes son para pescar muchos peces y yo prefiero la libertad. Ah! Una editorial muy importante me ofreció su premio de diez millones de pesetas por mi novela ‘La última noche de Dostoievski’ si hacía algunos cambios para que fuera más comercial y me negué, no teniendo ni sueldo fijo ni techo ni amante que me mantenga. Ahora bien, tengo muchos años ya y no diría en cuanto a esto “Je me regrette rien”, como decía la Piaff”.

La tarde que rememoro en Barcelona era una tarde de mucho calor. Pero en febrero de 2010 ocurrió algo insólito en la ciudad: nevó. Cristina se lo cuenta en una carta a Diana Patricia Decker, una carta que forma parte de ‘No se lo cuentes a nadie’, un libro de correspondencias entre mujeres que publicó Demipage en 2013. Ella lo escribe así: “La nieve oculta la fealdad del mundo. Tiene la virtud de transformar la realidad en otra cosa, de suspender la visión habitual y trasladarnos a otra, fuera del tiempo y del espacio (igual que el arte). Como todo estaba cubierto de blanco, no se sabía en qué lugar del mundo estábamos, si era, acaso, el mundo. Recordé otras nevadas que amé en la vida…”

Una belleza. Lean a Peri Rossi.

 

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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