La artista palentina interviene con sus obras en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid Algo en la trayectoria artística de Marina Núñez (Palencia, 1966) alude siempre a la idea del eterno retorno y así es también en ‘Nada es tan profundo como la piel’, la exposición que hasta el 10 de marzo se puede visitar […]

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La piel transparente y vegetal de Marina Núñez

La artista palentina interviene con sus obras en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid

Foto: Borja Morgado

Algo en la trayectoria artística de Marina Núñez (Palencia, 1966) alude siempre a la idea del eterno retorno y así es también en ‘Nada es tan profundo como la piel’, la exposición que hasta el 10 de marzo se puede visitar en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. Así lo señala Isabel Tejeda comisaria de una muestra concebida como algo más complejo que una intervención en la colección del museo. Una serie de obras más que invadir visitan, dialogan, contrastan y se mezclan humilde o espectacularmente con las piezas de enorme valor que el matrimonio formado por Lázaro Galdiano y Paula Florido atesoró a lo largo de su existencia y que en origen se concibió como como una gesamtkunstwerk, es decir, una obra de arte total y a la manera de los gabinetes de curiosidades. Esta es una de las cuestiones que diferencian esta exposición de otras intervenciones de Núñez en espacios históricos como la titulada ‘Tinieblas y luz’ que hizo para la catedral de Burgos en 2008, o la intervención ‘Vanitas’ en 2021 para el museo Thyssen Bornemisza de Madrid.

La frase de Paul Valéry que da título a la muestra le sirve a la artista para reivindicar la epidermis entendida no como frontera o simple envoltorio de lo más profundo del ser humano sino como la superficie que nos conecta con el exterior y es al mismo tiempo el mapa donde se imprimen nuestras vivencias y eso indefinible que subyace en nuestro interior y a su través sale a la superficie. La piel que es también el lugar del ornamento y ornamento es un concepto pilar de esta exposición. Todo en el museo (las molduras, los techos, el mobiliario) es un canto a la ornamentación, pero también las telas y ropajes de los personajes representados en las pinturas de la colección le sirven a la artista palentina para recrearlas en sus obras. Piel y ornamento, lo presuntamente superficial defendido aquí como lo que también nos constituye e identifica.

Mujeres son todos los personajes presentes en la exposición. Marina Núñez se ha caracterizado no solo por reivindicar la figura femenina sino por retorcer los tópicos y estereotipos ligados a su imagen en la historia de la cultura. Su feminismo pasa a menudo por servirse de esos mismos tópicos y reivindicarlos como una forma de libertad. Así sus dafnes no se quedan atrapadas en la forma vegetal sino que de su cerebro brota la vida y se expande.

foto: Borja Morgado

Sin duda dos piezas de las que componen la muestra se quedarán por su espectacularidad en la mente del espectador que la visite. Se trata de dos grandes rostros femeninos situados en el salón de honor del palacio, un espacio dedicado a la pintura española de los siglos XV y XVI. Artista y comisaria decidieron ocupar los dos únicos espacios libres de una sala particularmente llena de cuadros y objetos: los ventanales. ‘Botánica’ I y II son dos enormes impresiones digitales sobre aluminio de 300 x 132,5 cm cada una. Representan dos rostros femeninos sin pelo, de encaje transparente (debajo de esa piel no hay nada) a los que le crecen unas esferas de distinto tamaño que simulan esporas: dentro de ellas surge la vida, en el juego entre representación y meta representación que supone toda la muestra. Las plantas que aparecen en esas esferas están realizadas con inteligencia artificial.

Detalle de una de las obras expuestas. Foto: Borja Morgado

Arte, ciencia y tecnología han sido y son las líneas maestras del argumento de sus obras. Y el movimiento, una constante en sus exposiciones a través de la vídeo proyección. La segunda pieza espectacular de la muestra se instala en la sala de armaduras. También en esta ocasión la artista ha ocupado los huecos acristalados que comunican lo que en realidad era el zaguán del palacio con los jardines que lo rodean. Son ahora las pantallas sobre las que se proyecta ‘Las herboristas’. El trazado del ‘suelo’ simboliza el jardín y los pórticos que separan y abren dicho jardín hacia un espacio oscuro son arbóreos pero también aluden a los ventanales abiertos al paisaje de las pinturas flamencas. Las herboristas, mujeres cubiertas con mantos dorados también de ornamentación vegetal y a las que no se les ve el rostro, recorren el espacio ‘interior’ mientras que unas enigmáticas figuras compuestas por una presunta cota de malla igualmente transparente (de nuevo la piel, el ornamento per se) se sitúan en ese otro espacio oscuro e infinito y lo recorren en sentido contrario. Una música compuesta para la pieza por Luis de la Torre recuerda la música del Renacimiento.

Por último, por lo que se refiere a las piezas de gran tamaño encontramos las situadas en lo que fuera el salón de baile del palacio. Marina Núñez ha reproducido la marquetería del suelo original en tres impresiones y sobre cada una de ellas aparece, como un trampantojo una mujer a la que cubre un sudario ornamental. También aquí una mano, una porción de pierna, nos muestran que sus cuerpos son encaje vegetal, que están huecas, pero que es ese encaje su consistencia. No es causal y así nos lo recuerda Isabel Tejeda que la sala la presida un retrato de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la escritora romántica hispanocubana antiesclavista y pionera en la lucha por la independencia de las mujeres.

Cristales y pan de oro

El resto de las piezas que componen la intervención son ya de menor tamaño. Al entrar en la sala 9 del Museo, dedicada a los retratos femeninos, la mirada queda colgada de la gola de tul que rodea el cuello de la Duquesa de Medinaceli. Y cuánto tiene que ver con la iconografía de la artista que ahora ocupa la sala con dos grisallas a lápiz que son las dafnes anteriormente aludidas.

También la técnica del pan de oro de la pintura gótica tiene aquí su interpretación en tres dríades, tres ninfas, agrupadas bajo el título ‘Gótico’, que parecen volar cubiertas de un manto rojo. De nuevo sólo tenemos noticia de una porción de sus cuerpos: el pelo flotante en el que la artista se apropia de la simbología de la cabellera femenina, o los pies, en realidad raíces que no las atan a la tierra. Vuelan pese a todo.

La tecnología en fructífero diálogo con la imagen artística se muestra en cuatro pequeñas ‘esculturas’ transparentes en sus urnas de cristal. Realizadas con impresión láser y luz led muestran cuatro mujeres cuyos cuerpos están formados por minúsculas representaciones de planetas, virus o bacterias, neuronas o protozoos. Microcosmos natural (‘Historia natural’ es su título) que alude entre otras cosas, a las bacterias que alberga nuestro cuerpo. Estas delicadas composiciones a caballo entre lo tecnológico y lo poético dialogan con dos grandes representaciones religiosas de la Inmaculada Concepción que presiden la sala.

Un minucioso trabajo de investigación está detrás de cada una de las piezas que componen la muestra. Para la artista, explorar las posibilidades de las nuevas tecnologías ha sido siempre un motor de su trabajo, como lo es la mirada retrospectiva, la revisión de los mitos e hitos que sustentan nuestra cultura. Por diferentes caminos que emprenda algunas de estas constantes hacen que sus obras sean plenamente identificables como suyas. La preocupación por la Naturaleza es una de esas constantes. Ya en 2009 en la exposición que hizo para el Musac de León se preguntaba por la identidad humana y abogaba por un post humanismo que apoyara su conexión con la Naturaleza. Las mujeres que habitan hasta el 10 de marzo el Lázaro Galdiano son Naturaleza. No dejen de visitarlas.

 

 

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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