EN MI COLUMNA ‘DÍAS NUBLADOS’
Probablemente, a estas alturas estén saciados de noticias acerca de los Goya. Tanto de las que hacen referencia al cine en sí –casi las menos— como las colaterales: que si los vestidos, que si los gags de la gala, que si lo emotivos discursos…
En la mayoría de las noticias, los premios suelen quedar detrás del despliegue de la alfombra (cada vez más larga) y de los ‘minutos de oro’ de la gala de entrega. Pero yo no quiero dejar pasar la ocasión de compartir, con quienes tengan la paciencia de asomarse una vez más a tema, el Goya que más me alegró y del que por cierto no se ha hablado mucho. Me refiero al premio a la Mejor Interpretación Femenina protagonista que recayó en Susi Sánchez, por su papel en esa extraña, inquietante y notable película de Ramón Salazar que es ‘La enfermedad del domingo’.
“Susi Sánchez… ¿quién?”, oigo decir, incluso a amigos cinéfilos. Pero es ver su cara y darse cuenta de las veces que la han visto encarnando papeles de reina o de presidiaria, de madre o de monja. Sí, una de esas actrices digamos veteranas y que están en peligro de exclusión, y no por falta de profesionalidad y talento sino precisamente por la edad. Por ese abismo al que se asoman las actrices (y no solo ellas) que pasan los cuarenta como también se encargó de recordar en la gala Eva Llorach, actriz revelación casi a la cincuentena: “siguen vivas a los cuarenta, a los cincuenta, a los sesenta, no se las traga un agujero negro”. Siguen ahí para quien sepa apreciarlo. A Susi Sánchez el regalo le vino de la mano del director de ‘Piedras’ y con él llegó a la sección Panorama de la Berlinale donde, por cierto, ‘La enfermedad del domingo’, tuvo más éxito entre la crítica internacional que entre nuestros académicos.
Sánchez lleva toda la vida subiéndose a las tablas, pisando platós de cine y televisión, dejando su buen hacer en papeles de esos llamados de reparto, más o menos importantes pero que ella ha sabido acometer siempre como si fueran el papel de su vida. En eso se demuestra la profesionalidad y el amor por la interpretación. Cuando esto sucede la vida suele recompensarlo y a ella le ha llegado esa recompensa.
Algo así le ocurrió hace ya tiempo a Antonio de la Torre, otro triunfador de la noche del pasado sábado, a quien veíamos en papeles secundarios que él convertía en relevantes porque, al final, el espectador se quedaba pensando en ese personaje al que el guion parecía quedarle estrecho y en ese actor que quizá estaba desaprovechado. Y mírenlo ahora encadenando papeles y nominaciones y un segundo Goya.
Sánchez es una actriz poderosa y valiente. Lo ha demostrado en el trabajo que le ha llevado al cuadro de honor del palmarés. Pero llevaba mucho tiempo engrandeciendo el oficio. Vaya en ella mi homenaje a tantos actores que nos hacen felices, aunque nunca lleguen a ganar un Goya.
(Publicada en la edición impresa de El Norte de Castilla, el 7 de febrero de 2019)