Cuatro películas después y nada que haya causado verdadero impacto hasta ahora. La 53 Seminci transcurre con los ya tradicionales problemas en las taquillas, las esperas en el mostrador de prensa –qué quieren yo prefería el Olid, con su ambientillo y con el equipo que era como de la familia y no ante un ejército uniformado que igual podrían estar aquí que en un congreso sobre medicina familiar– y las películas, claro. Todo transcurre digo en un nivel medio. Un poco gris. Sin nada que patear extremadamente ni nada que nos haya arrebatado el ánimo. El filme de Jan Troell es quizá de lo mejor que se ha visto hasta ahora, lástima que se lo cargue al final con un metraje excesivo. La historia de Maria Larsson, una de tantas víctimas de malos tratos, y su relación con una cámara fotográfica es una historia potente, contada en el tono sepia de las fotografías antiguas, con el fondo de una muy estimable banda sonora y una protagonista que carga con su papel y lo hace liviano. Hasta que la historia se estanca por culpa de un guión que no encuentra el lugar de su punto final.
Me ha sorprendido para bien la película de Chus Gutiérrez. ‘Retorno a Hansala’ cuenta la historia al revés. Oí a alguien decir recientemente que todo el mundo debería tratar de hacer un viaje en patera para cambiar su percepción de las cosas. Martín no va en patera pero viaja hasta una aldea perdida de Marruecos para devolver a su familia a una de tantas víctimas de la pobreza que murió ahogado en una playa de Algeciras. No se le va la historia a la directora de ‘El calentito’. Al contrario, la maneja con soltura, dirige a los actores aceptablemente bien y mantiene atento al espectador. Es no sólo un viaje desde el primer al tercer mundo, es un viaje interior: el del protagonsita, que al tiempo que ve naufragar su vida, se siente renacer cuando toma contacto con una realidad lejana, aunque sólo esté a catorce kilómetros de estrecho de mar. (Por cierto, y aunque las comparaciones sean odiosas cuánto tiene que aprender de esta película la Espiga de Oro del año pasado, con un tema parelelo de fondo). ‘Retorno a Hansala’ es también una historia de amor.
Ha sido lo mejor de esta mañana de sábado. Porque después venía ‘La mujer del anarquista’, una película fallida. Una buena historia mal contada por culpa de varias imposturas. La primera de ellas, los diálogos, tan literarios como increíbles. La segunda,la elección de los protagonistas que hacían increíbles los personajes, si exceptuamos a Juan Diego Botto. En este filme están mejor los secundarios (como Tony Sevilla, por ejemplo, mucho más en su sitio). Por cierto, ¿alguien podría enseñarles a los actores españoles sobre todo a los jóvenes a vocalizar? Menos mal que la película estaba subtitulada en inglés y eso hizo que el público pudiera saber loque pasaba, incluso los que no saben francés (pues los pasajes enlos que los actores utilizan este idioma no están subtitulados).
Pues eso, nada sorprendente bajo este sol que por las mañana parece de invierno.
Con la luz de la sala apagada y la escasa iluminación que llega dela pantalla me gusta mirar las caras de la gente. Son un termómetro.
Luego vienen sus palabras. En el patio de butacas hay de todo. Quienes piensan que han visto películas muy buenas, y los que piensan que todas han sido muy malas. Yo francamente, esta vez no comparto ninguno de estos extremos.
Nos espera la opera prima de Amy Redford.
Seguiremos informando.