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Avelino Hernández o la sabiduría de vivir

DOS LIBROS RECUERDAN LA TRAYECTORIA DEL AUTOR DE ‘LOS HIJOS DE JONÁS’

Avelino Hernández, en el estudio.

Avelino Hernández. Escritor. Soriano de Valdegeña. Autor de novelas, ensayos, libros de viajes, misceláneas… Animador y gestor sociocultural, pionero en señalar la despoblación del mundo rural y con ella la desaparición de una cultura que se había mantenido inmutable durante siglos antes de que el término España vacía o vaciada fuera tendencia en todas en informativos y publicaciones; poseedor de una sonrisa que era la puerta de entrada a una amistad perdurable. Puede que a muchos su nombre fuera de Soria, la tierra por la que luchó y donde es una auténtica celebridad, y de Castilla y León donde trabajó y animó proyectos que se extenderían por todo el territorio nacional, no les suene al principio. Pero tiene en su producción literaria novelas notables como ‘Los hijos de Jonás’ o ‘La señora Lubomirska regresa a Polonia’ y libros de relatos y misceláneas como ‘Mientras cenan con nosotros los amigos’, de gratísima lectura. Lo cierto es que su prematura muerte cortó de raíz una carrera literaria que venía de muy atrás (sus más de cincuenta títulos abarcan desde la literatura infantil y juvenil a todos los géneros) pero que empezaba a consolidarse en ese momento, conducida desde la agencia de Carmen Balcells.

Avelino Hernández dejó para siempre sus páramos sorianos y el azul del mar mediterráneo que acogió los últimos años de su vida en 2003, a causa de un cáncer irreversible. Y justo ahora dos libros coinciden en las librerías dejando constancia de su fructífero paso por la vida. El que dos publicaciones simultáneas coincidan en recuperar su memoria y su legado no es fruto de la casualidad sino de un desacuerdo que ha resultado un feliz desacuerdo. Teresa Ordinas, la viuda del escritor, le propuso a quien fuera uno de sus mejores amigos, el escritor segoviano Ignacio Sanz, que escribiera una biografía del autor de ‘Una vez había un pueblo’. Una biografía canónica. La respuesta de Ignacio fue la esperable en alguien con verdadera alergia a todo lo que suene a archivo histórico, documentación, búsqueda de datos… Así que la respuesta fue rotunda: no. Pero a Ignacio Sanz no se le puede poner un señuelo donde él olfatee una buena historia y la de su amigo, sin duda, con toda una peripecia vital llena de idas venidas y aventuras literarias y sociales, lo era.

Mientras tanto, Teresa no renunciaba a ver hecha realidad la biografía ‘real’ del que había sido su compañero de vida. Y decidió, animada por otros amigos comunes, a escribirla ella misma. Quién mejor que ella, custodia de su legado, pero sobre todo testigo directo y a la vez protagonista de una vida en común larga e intensa. Así es como han visto la luz ‘Vida de San Avelindo’, de Ignacio Sanz (La Discreta) y ‘Avelino Hernández. Desde Soria al mar’, de Teresa Ordinas (Rimpego). Dos libros que se leen del tirón, que avivan el recuerdo a la vez que ponen un punto de nostalgia en quienes tuvieron la suerte de conocer al protagonista, que desvelan facetas desconocidas o menos conocidas de él y que, para quienes no le conocieron, no dejan de ser el retrato de alguien que supo hacer de su vida una obra de arte. Una creación por encima de su creación literaria que era a su vez uno de sus ejes vitales.

El primero, ‘Historia de San Avelindo’, lleva desde el mismo título la personalidad de su autor. Ignacio Sanz es un escritor dado al juego y las bromas, a la invención literaria y al despiste. Su libro tiene una primera parte emocionante porque es el testimonio de un amigo con el que compartió inquietudes literarias y afanes vitales: el amor por unas tierras que, reflejado en títulos como ‘Donde la vieja Castilla se acaba’, hablaban de despoblación y abandono, de culturas destinadas al olvido, y con él la desaparición de la lengua que las nombraba y matizaba. Juntos hicieron viajes recorriendo despoblados y devolviendo vida a pueblos donde ya no se oía la risa de los niños en escuelas inexistentes.

El Avelino seductor, el que era capaz de embarcar en aventuras imposibles a colegios enteros de criaturas que ya no conocerían la vida de sus abuelos en las zonas rurales porque eran hijos de la emigración, o a convocar a lectores de toda la geografía nacional para asistir en un desierto a la presentación de alguno de sus libros, está en esas páginas. Como están los niños de zonas rurales a los que embarcó en la aventura de escribir un libro y a los que iban destinados relatos como ‘Una vez había un pueblo’, ‘Silvestrito’ o ‘La boina asesina del contador de cuentos’. Y está el inventor de las ‘cosechas’, una cita anual que reunía en Calatañazor a escritores, artesanos, músicos e intelectuales en torno a una buena mesa y el fuego de la tertulia. Joaquín Díaz, Julio Llamazares, María Salgado, Miguel Manzano, Cristina Cerezales… pasan por esos encuentros y por esas páginas.

Avelino Hernández y Teresa Ordinas, en su llaüt.

Por la segunda parte desfilan amigos del escritor a los que Sanz entrevista de forma imaginaria, tan imaginaria que podemos ver a Avelino tocando el violín, o convertido en santo de tanta popularidad que el mismo Papa peregrina a su tierra siguiendo la estela de su leyenda.

ÁLBUM CON FIGURAS

La de Teresa Ordinas, ‘Avelino Hernández. Desde Soria al mar’ es al mismo tiempo una biografía más canónica, fruto de un conocimiento íntimo y de una vida en común alentada por la idea compartida de que la existencia es en sí misma una aventura, pero al mismo tiempo apasionante y fresca. Teresa es fotógrafa. Autora de muchas de las imágenes que conocemos del escritor. Y este hecho se refleja en un libro que es a la vez un álbum de fotos y un mosaico formado por los momentos más significativos en la vida del autor de ‘El día en que lloró Walt Whitman’ Aquí está el Avelino de formación religiosa como tantos niños de su generación para los que el seminario era la única posibilidad de formación y de alcanzar estudios superiores; el que se apartó del sacerdocio cuando comprobó que la práctica de la religión en esos años de la dictadura poco casaba con su compromiso con los más desfavorecidos; está el militante de la ORT en la clandestinidad, el hiperactivo promotor de iniciativas en favor de la comunidad tanto desde el punto de vista social como cultural. Asistimos a las múltiples mudanzas a las que obligaba la clandestinidad, a los cambios de ciudad cuando un nuevo proyecto laboral lo demandaba (Culturalcampo fue quizá uno de los que más repercusión tuvieron ya en democracia), a su fugaz paso por la política institucional desde la secretaría general de Educación y Cultura, en el primer gobierno del socialista Demetrio Madrid en la Junta de Castilla y León y su convencimiento de que la ‘realpolitik’ como dice su viuda, no iba con él… Y compartimos su última decisión vital conjunta: la literatura iba ganando la batalla y Avelino necesitaba un lugar tranquilo en el que poder escribir. Así fue cómo un soriano, amante de las Tierras Altas y del frío de la meseta, bajó al azul del Mediterráneo, y eligió la tierra natal de su compañera, la isla de Mallorca, convertido en un patrón capaz de guiar su ‘llaüt’ por unas aguas casi siempre tranquilas.

El libro de Teresa Ordinas tiene, a mi juicio, dos valores principales: el de haber dejado a un lago cuidadosamente el tono sentimental o melancólico que tan fácilmente podría haberse deslizado en un escrito firmado por quien tanto le quiso, y el haber dado voz a algunos de sus amigos y colaboradores, cuyo testimonio (incluido el del autor del libro precedente) se va intercalando, componiendo así un retrato con múltiples facetas y voces distintas unidas por el denominador común del amor al personaje.

Entre ellos, destaca el de Julio Llamazares quien además de reconocerle el carácter de pionero a la hora de alertar de la despoblación de la provincia soriana confiesa que a Avelino Hernández debe la escritura de un libro como ‘La lluvia amarilla’, que tanto significó en su trayectoria.

Avelino escribiendo, Avelino en familia, en el ‘ateneo’ de su casa mallorquina, con Teresa de viaje, con alguno de los campesinos de su amada tierra con los que tanto disfrutaba conversar.  En Escocia o en los campos de Soria. Simplemente sonriendo… Así le vemos en las fotografías que acompañan la historia de su vida.

Una vida que, ya se ha dicho, él quiso convertir en una obra de arte. Recuerdo la que quizá fue mi última conversación con él, seguramente tras la publicación de una de sus obras. En ella insistía en la que había sido la pregunta fundamental de su existencia: ¿Cómo vivir? Creo que él supo contestarla con acierto y esa era la razón por la que transmitía tanta energía. Una lección de vida que llegará a los lectores de ambos libros.

Y su sonrisa…

 

Avelino Hernández.
Desde Soria al mar.
Autora: Teresa Ordinas Montojo
Editorial Rimpego

 

 

 

Vida de San Avelindo
Autor: Ignacio Sanz.
Editorial La Discreta

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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