Hay muchas maneras de contar una historia de amor. El cine ha dado muchos ejemplos de historias que tenían que ver, además, con la soledad, la necesidad del otro, el acoso, el deseo de venganza… El director sueco Tomas Alfredson eligió la historia que cuenta su compatriota John Ajvide Lindqvist -autor del guión- en el libro ‘Déjame entrar’, el mismo con le que se ha comercializado la película, para hacer una hermosa, inquietante y a ratos extraña película. Aunque la protagonista sea Eli una vampira de 12 años, que nadie compre una entrada esperando ver una de vampiros. Sino una de esas películas que desde el comienzo te pegan a la butaca con un imaginario bofetón y te atrapan hasta los títulos de crédito. La historia de amor entre la niña vampira y Oskar, un no menos extraño chaval que sufre en el colegio el acoso de sus compañeros y en casa la soledad de una madre separada con la que apenas se relaciona, es un cuento subyugante que crece en intensidad hasta el mismísimo último plano del filme.
No hay muchas oportunidades así en la cartelera. ‘Déjame entrar’ es una de esa películas a las que es inevitable perdonar sus debilidades. Algunas hay, aunque más que despistes de guión o de realización parecen extrañas concesiones humorísticas del director al género al que supuestamente debería pertenecer la película.
Estupendos actores, maravillosa fotografía y espléndida música de Johan Soderqvist.
Una oportunidad de disfrutar antes de que desaparezca definitivamente de la cartelera de Valladolid.