Dado que no había conseguido rasgarme las vestiduras con ninguna de las ediciones de la saga de ‘El Padrino’ (lo siento, no sé si pedir perdón por ello) y dado que tampoco me las rasgué por ‘Apocalypse now’ pensaba que quizá ‘Tetro’ estaba hecha para mí. Y con la mejor disposición fui a verla el viernes pasado, son perder tiempo. Pero… tampoco esta vez.
Me predisponía a favor el riesgo. Siempre me pasa en el arte. El hecho de abordar un proyecto muh personal cuando todo el mundo espera lo mejor de ti, rodado en blanco y negro por quien no deja de ser un maestro,, me hacía llegar las mejores vibraciones. Pero creo que es un producto fallido.
Parece como si Coppola no hubiera dado con el tono. Fluctúa entre un dramatismo a veces exagerado y los apuntes de sátira sin que la transiciones entre ambos polos consigan enganchar. Y eso que durante la primera parte aún nos mantiene la esperanza de que la historia de los dos hermanos unidos y separados a la vez por un destino casi trágico ponga rumbo hacia algún lugar.
Por momentos la factura de esta película me recordaba a Fellini. La desmesura, el histrionismo de algunos personajes, el artificio al servicio de la historia. Pero carece de la magia felliniana. Ese don que tenía el director de ‘Las noches de Cabiria’ para conectar con el público. Coppola mantiene su historia en la distancia. Sólo podemos verla con los ojos del cerebro. Y en una historia como ésta llena de dolor, de frustraciones, de silencios del pasado que intoxican el presente… es un error.
Pero algo positivo encontré en la película (aparte, claro está, de una fotografía sugerente y una luz eficaz para aumentar la sensación de agobio de la historia): ha conseguido sacar lo mejor de Maribel Verdú que hace aquí probablemente uno de los mejores papeles de su vida. Todos los actores en general están dirigidos con sabiduría. Lástima que el esfuerzo no haya deparado una mejor historia.
Quizá la próxima vez.
(En la fotografía, Maribel Verdú, en ‘Tetro’)