Sonaba a atrevimiento. Llevar al cine una novela de la densidad y profundidad psicológica de ‘Desgracia’, del premio Nobel J. M. Coetzee, parecía misión imposible. Y eso dejando a un lado el estéril debate de si una película puede ser mejor o peor que la novela en que se basa, pues al fin y al cabo se trata de lenguajes distintos y difícilmente comparables. Quízá la única cuestión que se puede discutir en estos casos es si la obra que ‘adapta’ es fiel a la adaptada. Y en este caso la respuesta es sí. ‘Desgracia’, la película de Steve Jacobs y su guionista Anna Maria Monticelli, es sorprendentemente fiel al espíritu de la novela. Ya decían las crónicas que cuando Coetzee leyó el guión estuvo de acuerdo. La atmósfera opresiva de la novela está bien llevada al filme y contrasta con los espacios abiertos en donde transcurre la mayor parte de la trama. John Malkovich encuentra un papel a su medida. Él es el profesor que tiene que dejar su puesto en Supongo que la visión de la película cambia mucho dependiendo de si se ha leído previamente la novela o no. En mi caso, veía en imágenes una historia que previamente habían contado con todo lujo de detalles y matices las palabras. Obviamente hay muchas más cosas en la novela, la riqueza de los matices es mucho mayor, pero salí del cine gratamente sorprendida. La película se sostiene por sí misma. En la primera parte, la que se desarrolla en Ciudad del Cabo, mantiene esa especie de irrealidad en que transcurre la vida del protagonista, propia de alguien que apenas se implica enla vida de los que tiene alrededor. Después la película se vuelve más ‘real’ allí donde la naturaleza y las pasiones humanas no tienen el filtro de las convenciones sociales. De fondo late el conflicto sudafricano, los años de opresión racial, el dolor de un país desgarrado cuyas consecuencias aún tardarán mucho en desaparecer. Una película recomendable, sobre todo para quienes elijan un cine de emociones fuertes sin necesidad de recurrir a la acción desmedida o a los efectos especiales. Y ello a pesar del doblaje en general y del doblaje del protagonista en particular al que cuesta acostumbrarse. Pero esta parece una batalla perdida.