Estos días se ha hablado en Valladolid de la Generación del 50, del magisterio de Francisco Brines (cuya presencia en las jornadas de la Cátedra Miguel Delibes ha sido una de esas cosas que se quedan en la memoria) de los epígonos, de los olvidados del Grupo. Y uno de los nombres que han estadoen boca de todos los protagonistas, fueras estos del grupo generacional que fueran ha sido el de Claudio Rodríguez. En el décimo aniversario de su muerte, el poeta zamorano sigue entre nosotros y no sólo por su obra, que mantienen viva no sólo los que la leen con placer sino aquellos que le consideran un faro para la suya propia.
El seminario permanente que lleva su nombre en Zamora le recordó en un acto de homenaje el mismo día que se cumplía el aniversario de su desaparición (el 21 de julio) en el que se presentó el número monográfico de La República de las Letras y también estuvo presente en el encuentro el número dos de la revista Aventura que recoge los trabajos que anualmente se presentan en las jornadas dedicadas a su obra.
Pues bien, el año acaba con la reedición de uno de sus libros fundamentales. La editorial palentina Cálamo ha devuelto a las librerías ‘Alianza y condena’. No hay mejor homenaje que su lectura.
Aquí dejo uno de los poemas del Libro Tercero:
CIELO
Ahora necesito más que nunca
mirar al cielo. Ya sin fe y sin nadie,
tras este seco mediodía, alzo
los ojos. Y es la misma verdad de antes,
aunque el testigo sea distinto. Riesgos
de una aventura sin leyendas ni ángeles,
ni siquiera ese azul que hay en mi patria.
Vale dinero respirar el aire,
alzar los ojos, ver sin recompensa,
aceptar una gracia que no cabe
en los sentidos pero les da nueva
salud, los aligera y puebla. Vale
por mi amor este don, esta hermosura
que no merezco ni merece nadie.
Hoy neceisto el cielo más que nunca.
No que me salve. Sí que me eacompañe.