Vendrán más años malos y nos harán más ciegos’ no sólo es un título brillante para una obra –con ritmo, como un verso– es también uno de esos títulos que reflejan la personalidad de su autor. Pesimista, crítico, heterodoxo, exigente, escéptico, un tanto extravagante. Con el texto que seguía a este sugerente título ganó en 1994 el Nacional de Ensayo. Hace cinco años el Cervantes le obligaba a renunciar siquiera por unos días a su voluntario alejamiento, casi encierro, que le mantiene apartado de eso que se llama el mundillo literario. Antes había sorprendido (eran finales de los ochenta) con una reaparición tras décadas de silencio. El Nacional, como antes el Cervantes, viene a decir dos cosas: que no siempre el silencio se paga y que a veces, sólo a veces, la radical exigencia tiene premio.
Las obras de Ferlosio, refugiado en el ensayo desde hace años, deberían venderse con receta: es el mejor antídoto contra los tópicos, las obviedades, la ramplonería lingüística, la pereza mental. Qué buen momento para recordar el artículo que Miguel Delibes le dedicó en ‘España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela’ y que empieza así de contundente: «Si a mí se me pidiese un nombre, uno solo, entre los aparecidos en la novela española de posguerra, con mayores posibilidades de supervivencia, es decir, con categoría para afrontar la inmortalidad literaria, yo diría sin vacilar, el de Rafael Sánchez Ferlosio”.
Sin duda, un acertado pronóstico.
(Publicado en la edición impresa de El Norte de Castilla el 25 de noviembre del 2009)
La fotografía es de Chema Moya