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Trapos sucios

Pueden llamarme ingenua, pero hay cosas que no me caben en la cabeza. Y espero que mi cabeza no les de cabida jamás. (Nunca se sabe). Me producen una profunda extrañeza esos libros escritos por hijos heridos (y supongo que vengativos), amantes despechados, ex parejas que se sienten humilladas y demás parientes que deciden airear los trapos sucios de la familia en público y lucrarse de paso con ello mediante la fórmula de acabar con la imagen pública del padre, marido, esposa o ex novia retratados. Hablamos, claro, de personajes con la suficiente relevancia como para suscitar el morbo de los potenciales compradores de las malas noticias.

En serio, no sé qué placer puede haber en poner literal y públicamente verde (a caer de un burro, a escurrir, como prefieran) a alguien que se supone ha jugado un papel relevante en tu vida, aunque al final no haya sabido hacerlo. Como tampoco entiendo que haya gente dispuesta a tragarse páginas y páginas de bilis, sapos y culebras para bajar del pedestal a una estrella del rock, un escritor de éxito o un prócer de la política y que paguen por ello convirtiendo el libelo en cuestión en un ‘best seller’. Supongo que para alguna gente este tipo de avinagradas historias, ‘basadas en hechos reales’, sobre una persona de carne y hueso que, para más inri, ha sido la imagen del éxito, funciona como un leve parche en la herida de la envidia. Pero hay medicamentos que tienen perniciosos efectos secundarios. Y éste debe de ser uno de ellos.

El último fenómeno del que he tenido noticias es el libro de Juan Carlos Lecompte, ex marido de Ingrid Betancourt, la ex senadora colombiana que estuvo años secuestrada por las FARC y cuya liberación la convirtió en un símbolo de la resistencia y a su familia en la imagen de la unidad y del tesón por evitar que el olvido contribuyera a su definitiva desaparición. Al parecer esa unidad se ha roto por parte del hombre que compartió con ella quince años de su vida y que, cuando ella regresó del horror, se sintió ninguneado por una actitud que considera fría y distante.

Lecompte responde a las palmaditas en la cara que ella le dio a su vuelta y que tanto le humillaron con ‘su parte’ de la historia en la que por lo que él mismo cuenta Ingrid aparece como un ser frío, calculador y pendiente del dinero. No sé… Podría entender su dolor, pero para eso están los divanes de los psicoanalistas. También hay a quien le da por la poesía cuando sufre (que culpa tendrá el género)… Claro que esto es menos lucrativo y al parecer este señor perdió el trabajo por dedicarse a la liberación de la que fuera su mujer. Lo siento. Conmigo que no cuente. No pienso leerme su libro.

Claro que también me importa un comino que un tal Anders Hillberg tuviera que corregirle a Stieg Larsson los artículos que escribía en el periódico en el que Hillberg era su jefe. El exitoso autor de la saga ‘Millennium’ se murió sin disfrutar de su éxito literario y ahora que no puede responder sus valientes amigos y ex jefes escriben artículos en los que le ponen de ágrafo y mal periodista.

Y digo yo ¿qué necesidad?


(Publicado en la sección ‘Días nublados’ dela edición impresa de El Norte del 4 de febrero del 2010)

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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