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La injusticia tiene muchas caras

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Cada vez que una mujer es titular en los periódicos por haber sido asesinada por su marido, ex marido, pareja o ex pareja muchas preguntas se quedan sin respeta. ¿Por qué no denunció? ¿Por qué volvió? ¿Por qué se empeñó? ¿Qué ocurrió en su vida hasta llegar a ese punto? La directora austríaca Feo Aladag nos cuenta una de esas posibles historias, centrada en los malos tratos que derivan del fanatismo religioso. Lo hace en ‘La extraña’ que ayer se vio en la Sección Oficial de Seminci.

Otra ‘opera prima’. Otra película que estará en la carrera de los Oscar. Otra candidata al palmarés de la Seminci. Otro filme que pone el foco en el tema de la familia. Inagotable.

La de Umay es una familia turca tradicional asentada en Berlín que no puede admitir la ‘vergüenza’ y el ‘deshonor’ de que su hija mayor haya abandonado a su marido en Estambul (después de varios bofetones, gritos y empujones todo hay que decirlo) y haya vuelto a los poco acogedores brazos de su familia. Allí le esperan más bofetones físicos y morales. Y una amenaza constante de devolver el hijo a su padre, algo en lo que están de acuerdo los tres hombres de la casa (incluso el pequeño que a pesar de su buena relación con la hermana mayor pronto aprenderá también lo de la bofetada) con la complicidad de las otras dos mujeres, la madre y la hermana pequeña, próxima a cumplir otra boda tradicional.

Umay, muy bien interpretada por Sibel Kekilli (la protagonista de ‘Contra la pared, de Fatih Akin), es una mujer persistente. No está dispuesta a renunciar a su hijo (única posibilidad que tiene para sobrevivir sin tener que volver con su marido) pero tampoco a renunciar a su familia a pesar de lo difícil que se lo ponen. Y esta insistencia, cuando las cosas llegan al grado máximo de tensión, llega a ser incomprensible. Incluso será fácil achacarlo a un fallo de guión. Pero esta sensación solo dura un momento: el que se tarda en pensar cuántos fallos de guión presenta la vida en estos aspectos.

Feo Aladag se ha estrenado con firmeza. Es un estreno total, en su haber no hay ni los típicos cortos, ni documentales. Su camino hacia el largo ha tenido otros de rroteros, incluido el de actriz. En su primera película ha ido derecha al centro de la cuestión. Sin miedo, con buen pulso, como si fuera un homenaje a esas mujeres que han preferido asumir la peor de las consecuencias antes que vivir escondidas.

La extraña’ no ahorra dramatismos pero no ahoga, abre una puerta por la que entra algo de esperanza, aunque luego las apague. Umay es una mujer joven, atractiva, puede rehacer su vida. Un reparto correcto acompaña a la protagonista y un niño cuyos ojos son un activo más en este filme que no es perfecto, que adolece de falta de ritmo en algunos pasajes, y ene l trazo grueso con el que están dibujados otros. Pero que augura una buena carrera para la recién estrenada directora. Oportunidades debe tener.

La mañana comenzó con ‘Sin retorno’ de Miguel Cohan. Lo primero que hay que decir de este realizador es que es un hombre con suerte, como mínimo. Porque estrenarse como director en la Sección Oficial de Seminci con una película que tampoco acredita tantos méritos, es sin duda una lotería. ¿Es una mala película? No. No lo es. Se sigue con interés, aunque el tema sea conocido (todos los temas se repiten al fin y al cabo) y, cuenta –es lo mejor que tiene– con un Leonardo Sbaraglia que ha crecido mucho como actor, mejor dicho ha dado un salto con respecto a lo último que se vio de él por aquí.

Pero el guión deja sueltos muchos cabos, sobre todo en los personajes, en sus motivaciones internas. Las interpretaciones son, salvo la reseñada, justas nada más y en general el filme aporta poco y camina hacia un final que tampoco está del todo bien resuelto. Lo dicho, Cohan tiene suerte.

Antes vimos ‘Más allá de las estepas’, la tercera debutante de esta crónica. Mucho más sólida Vanja D’Alcantara a la hora de enfoca la mirada en una mujer obligada al exilio durante la Segunda Guerra Mundial. La historia de Nina una joven polaca deportada a un campo de las estepas rusas junto a su bebé es una historia también muchas veces contada. La directora belga lo hace centrándose en los rostros de las mujeres, en el dolor de su mirada, a base de largos silencios y un lento discurrir de la historia. El ritmo lento va bien con la helada estepa y el inmenso y desolado paisaje que la circunda, pero a veces es excesivo.

La interpretación de Agnieszka Grochowska bien podría acercarla a una espiga. Al fin y al cabo una buena actriz es la que sabe estar cuando calla.

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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