Publicado en EL NORTE DE CASTILLA el 14 de junio del 2007

Juan Goytisolo ha hecho una «apología del saber no rentable» y sus palabras vuelven a ser un oasis en el desierto. No sé si es la lejanía, su retiro en ese lugar mágico desde el que mira con distancia lo que sucede por estos lares, su amor por descubrir nuevas palabras, su ausencia de la pelea por el hueco editorial o mediático lo que le mantiene viva la lucidez, pero sea lo que sea necesitamos –en sentido literal– escuchar de vez en cuando sus reflexiones para pensar que no todo está perdido. En Santillana del Mar, en el ciclo Lecciones y maestros, Goytisolo volvió a azuzar las mentes para que se revelen contra el raquitismo intelectual que ningunea autores, que estrecha el canon literario y que establece dogmas que tienen que ver con el «esencialismo identitario». Y ello consciente de que este arriesgarse a ser heterodoxo, este ir contra la pereza intelectual que también se ha asentado en los estudios de humanidades es «empresa quijotesca» que se puede pagar con la «marginación».
Saber por saber, por ampliar el horizonte, no por hacer carrera sino para evitar la fosilización del conocimiento. Saber para conectarse a los clásicos, para acompañarse de los que iluminaron el camino y cuya estela ha sido oscurecida por la formación práctica. Ya lo advierte Jiménez Lozano cuando dice que la «instrucción» que se recibe hoy en día está sustentada en el vacío y nos llevará a algún abismo, precisamente porque ha dejado de mirar a los sabios que nos precedieron.
El saber… ¿Qué audiencia puede tener hoy quien, parafraseando a Genet, considera que «la dificultad es la cortesía del autor con el lector», al tiempo que confía en que la «raza de lectores» siga amando la dificultad del texto literario? Pero seamos optimistas. ‘Señas de identidad’ es materia obligada en algunos centros y es de esperar que a su sombra se alimenten y crezcan otros goytisolos…
No sé si estaba pensando en estas cosas ayer la coordinadora del Curso de Cinematografía de la Cátedra de Cine de Valladolid, Carmen Sáez Elegido, cuando dijo, durante la rueda de prensa en la que se presentó el curso, que la utilidad de esta iniciativa que ha cumplido 44 felices años no es otra que la «cultura pura».
No sé si fue la frase o el repaso al contenido del curso, el caso es que mientras se presentaba me acordé de Goytisolo. Al menos, los alumnos del máster y del curso de extensión universitaria tendrán la oportunidad de verse iluminados por esas películas que ya rara vez abandonan las filmotecas y que para las generaciones jóvenes han dejado de tener resonancias míticas porque son títulos que nada les dicen. Al menos ellos sí recibirán una formación sustentada en columnas sólidas aunque no estén de moda y que se llaman Visconti, que se llaman ‘La caída de los dioses’ o ‘el Gatopardo’, o ‘Muerte en Venecia’, o ‘Ludwig’, que se llaman Ray o Wilder, Cukor o King. Después ya podrán rebelarse contra el padre.