A PROPÓSITO DE ‘LA CAÍDA DEL IMPERIO AMERICANO’, ‘GRÄNS’ Y ‘ENTENDIENDO A INGMAR BERGMAN’
Puede que tras ver ‘La caída del imperio americano’, último trabajo del canadiense Denys Arcand (Quebec, 1942), algunos de sus seguidores puedan pensar que la edad ha limado las aristas más agudas de esa ironía rayana en el sarcasmo tan propia de su cine y que aquí pudimos contemplar en ‘Las invasiones bárbaras’, en la 48 edición del Festival. Y puede que sea cierto y no tiene por qué ser malo. Del sarcasmo, también presente en ‘El declive del imperio americano’ (programada en la 31 Seminci y ganadora del premio Fipresci en Cannes), queda poco en este filme que completa una tetralogía con los dos anteriores y ‘La edad de la ignorancia’ (2007), pero su ironía permanece intacta.
Ahora que parece que la Filosofía volverá a las aulas españolas de donde nunca debió salir, Arcand pone en el centro de su filme a un doctor en la materia que sin embargo se gana la vida como repartidor. Fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos, en la que puede ganar más un trabajador de reparto que un profesor de Filosofía, y en la que crecen las personas sin techo y en la que, si la formación del pensamiento fuera algo real en nuestras vida,s no harían su agosto los libros de autoayuda, pues comprenderíamos que antes y mejor nos advirtieron los padres de la Filosofía clásica, la película en clave de comedia retrata la corrupción instalada en los círculos del poder de la sociedad, sin aspavientos, provocando la sonrisa continua del espectador. Comedia sin pretensiones de denuncia, solo a ratos con tintes de fábula moral, a ratos naif, que se sigue con interés porque está rodada por un cineasta más que competente que sabe mantener ese tono que invita a mirar nuestras contradicciones desde la distancia del humor. ¡Qué sano mirarnos y reírnos un poco de nosotros mismos desde la perspectiva de hacer algo por un mundo más justo!
BORDER
El segundo pase de prensa de la mañana, recibido, como el anterior, con aplausos del público fue la perturbadora ‘Gräns’, traducida al inglés como ‘Border’, segundo largometraje de Ali Abbasi, director iraní afincado en Suecia. Si el arte en general y el cine, en particular, tiene como una de sus misiones remover al espectador, llevarle a algún lugar poco frecuentado e interpelarlo desde una posición distinta a la habitual de su vida, esta película la cumple con creces. Fábula en torno a lo monstruoso, (o a lo que consideramos como tal desde nuestra acomodada normalidad), sobre el diferente, sobre el otro. Abbasi, cineasta original que antes de ponerse tras la cámara se licenció en arquitectura y escribió varios libros de relatos, entró en este oficio con buen pie, pues logró situar su primer largometraje, ‘Shelley’, en la sección ‘Panorama’ de la Berlinale de 2016. Con ‘Border’ consiguió el premio de la sección Una cierta mirada del último Festival de Cannes.
‘Gräns’, que adapta el cuento del mismo título de John AjvideLindqvist, quien colaboró con el director en la escritura del guión, cuenta la historia de Tina, una agente de aduanas con un olfato especial. Olfato que no solo le permite detectar sustancias prohibidas en los equipajes, sino también emociones más ‘inodoras’ para nosotros como el miedo, la rabia, la culpa… Vive una vida tranquila tras haber superado los complejos que desde niña arrastra por su fealdad, hasta que se cruza en su camino Vore, otro ser físicamente ‘extraño’ que le inquieta y atrae a partes iguales, y que le hará cuestionarse su propia humanidad.
Abbasi nos agarra por el cuello y no nos suelta hasta el final. Un final impredecible, como impredecible es la marcha de la película. A ratos naturalista y a ratos fantástica, el bosque con toda su simbología de misterio, del lugar de lo prohibido, de esa frontera que no se debe cruzar, es otro protagonista más de este más que estimable filme. Abbasi será en adelante un director al que prestar atención.
ENTENDIENDO A BERGMAN
‘Aquí empezó todo’, señala con mirada melancólica la cineasta Margarethe von Trotta en la misma playa en la que Bergman rodó ‘El séptimo sello’. Trotta confiesa que hasta que vio esa película su interés por el cine no era prioritario en su vida. Fue a raíz de ver ese filme cuando decidió que quería ser directora. Lo fue en solitario en 1978. Antes, había colaborado con su marido el también director Volker Schlondorff en la escritura de guiones y en la codirección de ‘El honor perdido de Katharina Blum’. ‘Entendiendo a Bergman’ que se programa en esta Seminci fuera de concurso es el tributo al maestro. Un homenaje de alguien que se ha sentido muy próximo a él como directora y del que ha aprendido buena parte de lo que sabe. A Trotta se le da bien centrar la cámara en un personaje. Lo hizo en ‘Rosa de Luxemburgo’, en ‘Visión’ (sobre la monja mística Hildegard von Bingen) y en ‘Hanna Arendt’, estas dos últimas mis obras favoritas de la directora alemana. Aquí deja en parte a un lado su forma de narrar y emprende un documental con la forma tradicional de mezclar testimonios de quienes le conocieron o reconocen su influencia sobre ellos y entrevistas y testimonios directos del homenajeado.
La presencia de Trotta en muchas imágenes, mientras entrevista a directores, actrices y sucesores del enorme cineasta sueco, (por ejemplo, en la conversación ‘familiar’ que mantiene con Liv Ullman) es la manera de dejar claro al espectador que su mirada no es la del investigador, sino la del colega que le admira. Sale así un retrato cercano, amoroso, que no obvia algunos de los rasgos del difícil carácter del cineasta o su complicada relación con las mujeres de su vida y con sus hijos, aunque sin ahondar en ellos. Se retrata al hombre que nunca dejó de ser niño y que conjuró sus fantasmas en el cine y en el teatro. Por el documental pasan Oliver Assayas, dos de los hijos de Bergman, Daniel e Ingmar; su nieto, Halfdan Ullman Tonde; Liv Ullman, Mia Hansen Love… entre otros.
Trotta recuerda el París de comienzo de los sesenta donde empezó a descubrir la importancia de su cine a través de los ojos de quienes lo admiraban, agrupados en la Nouvelle Vague, el admirativo artículo de Truffaut para Cahiers du Cinema, sus propios descubrimientos…
No defraudará a los amantes de ambos directores.