A PROPOSITO DE ‘MI OBRA MAESTRA’, ‘UTOYA. 22 DE JULIO’, ‘GÉNESIS’ Y ‘DJON AFRICA’
Lo tenía difícil ‘Mi obra maestra’ pues venía precedida por el buen sabor de boca que dejó la anterior película de Gastón Duprat en la edición de 2016. Buen sabor de boca, Espiga de Plata, Premio al Mejor Guión y Premio del Público… Y no ha decepcionado. Quizá, si comparamos, no llegue a la altura de la ácida visión de aquel ‘Ciudadano ilustre’ que también se llevó un Goya aparte de otros muchos premios, pero hablamos de una gran comedia que tiene al mundo del arte como algo más que telón de fondo. Sí, aunque, el director dijera que lo del arte contemporáneo era solo “un mapa” sobre el que desplegar la historia (¿por qué negar lo evidente?) , lo cierto es que la sátira sobre el esnobismo, la ignorancia de tantos que pululan por el sector, el desprecio que algunos pintores que una vez
triunfaron sienten por lo más contemporáneo de los jóvenes recién llegados, entre otros aspectos de este mundillo, es acertada y divertidísima. Claro que solo es una sátira, no una denuncia; claro que se fija en lo peor, claro que hay otras verdades, pero Duprat y Duprat (el guionista es Andrés, hermano del director) consiguen armar una excelente comedia cuyo interés no decae.
Chapó por el guión, de alguien que además de escribir magníficamente para el cine es director del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Así se entienden detalles sutiles que muestran el conocimiento del medio. Chapó por los actores, Guillermo Francella y Luis Brandoni hacen esa extraña pareja, artista-galerista, en estado de gracia, acompañados por un Raúl Arévalo eficaz con sus pseudo rastas de pega. ¡Que buen equipo hacen junto al productor Mariano Cohn!
‘UTOYA. 22 DE JULIO’
Da gusto empezar la mañana con un poco de alegría, aunque luego se pasara de la risa al llanto con la dura ‘Utoya 22 de julio’, del noruego Erik Pope. La película cuenta la masacre perpetrada el 22 de julio de 2011 contra un campamento juvenil del Partido Laborista de Noruega. La Isla de Utoya se tiñó con la sangre de 77 muertos (casi todos niños y adolescentes) y casi un centenar de heridos, por no hablar de las secuelas traumáticas que sufrieron la mayoría de los 500 participantes en el campamento.
Rodada en plano secuencia, la película no ahorra ni un ápice del miedo y el dolor de unos jóvenes que vieron interrumpidas sus vacaciones por la barbarie de un salvaje atentado perpetrado por un extremista de derechas.
Aunque en el momento político que se vive en Europa y fuera de ella pueda ser oportuno recordar a dónde pueden llevar los fanatismos, no dejaba de preguntarme durante la proyección si esta película en concreto era necesaria. Fórmulas de denuncia hay otras y esto no deja de ser una recreación excesiva en su afán de mirar en primer plano al horror.
GÉNESIS
De nuevo el despertar a la sexualidad de la adolescencia. Esta vez en ‘Genesis’, con la que el canadiense Philippe Lesage (‘Los demonios’, ‘Copenhague a love story) se estrena en el Festival. El filme tiene momentos muy buenos siguiendo a Guillaume que descubre a los 16 años que se ha enamorado de su mejor amigo, y a su hermanastra Charlotte, especialista en enamorarse del primer machista que se le pone a tiro. Estéticamente atractiva, con una banda sonora que añade un plus… Hasta que como ocurre tantas veces la historia empieza a empantanarse, a naufragar en un metraje excesivo, a perder orientación. Sobre todo, en la parte final, con unos niños celebrando un campamento, que bien podría habérsela ahorrado porque no evita la sensación de ser un postizo o un argumento para otra película (o corto).
DJON AFRICA
A esta película le pasa justo lo contrario que a la anterior. No decae porque no llega a remontar. El viaje de Tibars o Djon Africa de Portugal a Cabo Verde en busca de sus raíces y de un padre al que nunca conoció no engancha. (Al menos no me enganchó a mí). Se hace tediosa, aparecen personajes que en principio hubieran dado para algo más (la abuela africana) y salvo algunos bellos paisajes que iluminan la cinta, este primer largometraje de ficción de Filipa Reis y Joao Miller no llega al nivel de una Sección Oficial de un festival como Seminci. Y ya que representaba a Portugal en la primera sección del Festival, en el año que se homenajea al cine del país hermano, hubiera sido pertinente una más acertada selección.
Tampoco le favoreció lo accidentado del comienzo de la proyección. Pero esa también es otra historia.