Uma Thurman se ha cansado de sí misma. Se ha mirado al espejo y ha pensado que ya estaba bien de un mundo tan aristotélico, tan esencialmente idéntico a sí mismo, que le resultaba aburrido.
Y como en una de sus películas guionizada por Tarantino, decidió modificarse en su integridad esencial.
Como en la película “Arsénico por compasión”, donde el hermano malo quedaba irreconocible gracias a las alcohóliccas manos del doctor Plastilina, así le ha sucedido a Uma. Cuando se ha quitado la venda ya no era ella misma, era la otra. No, no es una película de terror, es la vida real. No es “Arsénico por compasión”, es que Unma se ha allegado a la inmortalidad al adquirir otra mirada.
Y eso es lo peor. No es que se haya modificado la realidad de su belleza, es que ha modificado la belleza de su mirada.
Es normal que uno se canse de sí mismo cuando está expuesto a tantas miradas y quizá sea hasta muy lógico que uno precise desaparecer bajo otra faz diferenciada, y a la que nadie, a partir de ese instante, preste atención. Pero lo que no se puede aguantar es que una de las miradas más límpias, cristalias y sonrientes del panorama cinematográfico, desaparezca sin más – y que ni siquiera retenga un recuerdo de la misma el paseo de la fama.
Nos recuerda a Sinatra y sus conciertos. El siempre pretendía acabarlos y así lo conseguía, con la excelsa canción “Lo mejor está aún por llegar”, muy a pesar del público asistente que, esforzados y repetitivos, exigían esa idiota canción que es My Way. Una canción que a Sinatra y a mí, nos envuelve en la melancolía, y que es como un anuncio estereofónico de las ganas de morir. My way es una de esas canciones con las que uno puede anunicar su desaparición del mundo, una canción de despedida. No en balde la cantó y despareció para siempre Sid Vicious.
Uma humana, ha decidido cambiar de imagen, y su faz, porque la que aomaba en el espejo era tan idéntico a sí misma que era como un anuncio de la muerte. Unma humana, ha decidido darse otra imagen distinta para vivir una segunda vida, como una segunda juventud, y así denunciar a la muerte y dejarla muda al mudarse el rostro. No contó sin duda, con perderla belleza de su mirada y que nunca más pueda ser Uma Thurman.
Uma ha dejado de ser Narciso para convertirse en su viceversa, es decir, Baby Jane.