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Xoel Prado - Antúnez

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Teo Palacios: En España es impensable una Marsellesa

A las cinco de la tarde atravesé la plaza mayor de la localidad de Lerma a la búsqueda del Patio del Palacio del Duque de Lerma. Los pasos resuenan vacíos entre la niebla mientras camino a la puerta del actual parador de Turismo. Allí, entre voces que calman el presente con su conciencia intranquila de pasado de polilla, he quedado con el escritor Teo Palacios, a través de su editora, Penélope Acero. Se trataba de entrevistar al autor que había escrito y presentaba una novela veraz sobre el Duque de Lerma, El trono de Barro

Nunca había pasado al interior de esta lúgubre mansión de un pasado cierto, de corrupción y precivilización. Al atravesar la puerta, amablemente me recibe una de las encargadas de recepción para interesarse por lo que deseo. Le explico que he quedado con el escritor que presenta el libro esa tarde en el parador (no me salía si era Teo o Tino, y en palacio, recordaba su Palacios) mientras ella se ofrece a avisarle. No lo deseo porque ya he quedado telefónicamente a esta ahora y en el Patio de Palacio.

Mientras aguardo la llegada de Teo, observo a varias parejas de edad jubilada dando vueltas a las inscripciones y diversos atavíos y cuencos y propagandas y menús para sibaritas. Doy vueltas y me acerco a las escaleras donde, en el rellano, se exhibe un retrato, que imagino del Duque Francisco. Los trabajadores del parador hablan y se afanan a su trabajo. A la cuarta vuelta, en la que comienzo a parecer sospechoso de cualquier salvaje afección, o así lo siento, como siempre, aparece al fondo la figura bicéfala del escritor y su editora, de Teo y Penélope, un ser único amasado en el acero.

Teo aparenta más altura de la que inclina al saludo,cuando entrechoca sus manos con una confianza envidiable y que derrocha a raudales; y de desenvuelto, agota cualquier previa representación  de cómo me presentaría. Me he quedado inmóvil y sin palabras, y sin saber si sí o no dar la mano o sí  simplemente allegarme al autor y comentarle que su nueva novela, al menos en lo leído, no desagradaba. Lo digo, su desenvoltura de director empresarial establece una confianza envolvente que allana la entrevista y yo sólo me fijo en ese hálito de seducción inevitable. Nos sentamos en un antiquísimo banco corrido, al lado de la pared, en el pasillo que dirige a las escaleras que suben al piso superior, vigilados por el Duque de Lerma, severo y cruel.  

Con la grabadora dispuesta y bajo la atenta miada de la sutil Penélope, que aguarda a que finalice la entrevista tejiendo en su mirada la entrevista aún por realizar, como si ella ejerciera todo los papeles, entrevistadora, entrevistada y hasta el mismísimo Duque de Lerma, se inicia la entrevista en este escenario que nos aplana con su peso imponente.

 

“Sabes, trabajo en el Cardenal Sandoval y Rojas, en casa de Bernardo…”

– Su tío, sí, un personaje importante, que llegó a ser inquisidor general y de gran relevancia en su época. Pero en la novela, la familia del Duque de Lerma tiene poco peso. Aunque aparecen al comienzo de la novela, porque Francisco necesitó su ayuda. Estuvo estudiando a cargo de su tío, Arzobispo de Sevilla. La familia que más aparece en la novela es la familia íntima, su esposa, sus hijos, de la que, por supuesto, si hablamos. La historia que relata la novela no se centra en la familia Sandoval como tal; en realidad, contamos el ascenso y caída del Duque de Lerma. 

 

 

“¿Qué te atrajo de la figura de Francisco, qué le convierte en una figura tan singular?

Es una figura singular, básicamente Francisco es un tipo singular. La gente suele ver en el Duque de Lerma solo sus aspectos negativos, sobe todo, por toda la corrupción de la core en su aquella época. Sin embargo es un personaje que tiene muchas luces, que han quedado relegadas al olvido. Por ejemplo, se opuso, hasta el último día a la expulsión de los moriscos, cosa que la mayoría de la gente desconoce y fue el impulsor de una política pacifista con la que logra firmar la paz con Inglaterra, Francia,  Flandes; o mejora las relaciones con el Ducado de Saboya. Como se puede ver, hay muchas luces en este Duque de Lerma, aunque hayan quedado apagadas por las imponentes sombras que lo cubre.

En la novela hay un impresionante trabajo de investigación, que parece que nunca se agota, que siempre vaya a aparecer un dato nuevo…

Siempre, siempre, de hecho cuando yo di por finalizada la novela y se la pase a mi agente, me indicó que debíamos introducir una trama nueva para darle una pátina de conflicto narrativo y así fue como apareció la figura de Baltasar de Zuñiga, que para darle empaque en la novela, a pesar de que aparece en contadas ocasiones, hube de leer una bibliografía ingente, en un plaza de quince días, donde se incluía una biografía de Baltasar que se extiende en setecientas páginas, porque tenía que ponerme a escribir. Los procesos de investigación son largos, arduos y, a veces, inesperados.

Has maquillado literariamente a Francisco o le permites que se muestre tal cual fue…

No, yo creo que he realizado un acercamiento bastante fiel, en mi opinión, a lo que fue el Duque de Lerma. De hecho, mi editora, comentó en una ocasión que era la primera vez que veía un Duque de Lerma muy persona, muy familiar, lo que realmente debió haber sido. Incluso, más allá del personaje político que era. Proporcionamos escenas de su vida familiar, de su vida íntima, cómo se relacionaba con su esposa, con su hijo mayor, Cristobal. Trazamos a ese personaje solitario en que se convirtió, sin duda, y en esa soledad, tuvo que pasarlo mal en muchas ocasiones.

España es un reino de poca ideología y mucha devoción.

Eso lo ha sido siempre (por primera vez sonríe y muestra que se encuentra a gusto en la entrevista, mientras Penélope, que es más Peclamur que la que se uniera a Ulises, abandona sus tejes y manejes en el móvil, y sonríe, a la vez) Además, si no lo sabes, yo vengo de una ciudad como Sevilla, muy devota. De todas maneras yo creo que tanto la devoción como la ideología si se llevan al extremo, siempre acaban hiriendo a un país, siempre es malo. Creo mucho más interesante tener ideas firmes, evidentemente, y, sobre todo, actuar en consecuencia de estas ideas.

Has realizado un viaje en el tiempo al siglo XVI/XVII y has descubierto que no ha cambiado nada

Nada, no ha cambiado nada. Somos los mismos, nos gobiernan los mismos, nos roban los mismos. Las cosas siguen exactamente igual que hace cuatro siglos. Permíteme que diga que me resulta de una tristeza inconmensurable. En el siglo XVI/XVII las clases pobres lo pasaban muy mal, pasaban hambre, eran expulsadas de su territorio y tenían que dejar todo lo que tenían, sus casas, etc., y hoy en día nos está pasando más de lo mismo. Lo que no entiendo es como no despertamos y nos lanzamos a pedir que las cossas se hagan de otra manera.

 El refranero español celebra siempre al pícaro, al ladrón, y dice “si no quieres ser ahorcado, vístete de colorado”.

Si, efectivamente. Verás Francisco de Sandoval era un hombre muy inteligente, y una de las cosas que más sorprenden de su figura es la capacidad que manifiesta para ver a largo plazo. El supo muy pronto que su valimiento iba a terminar e iba a terminar muy mal. Entonces, busca la posibilidad de que se le invista Cardenal, como así lo consiguió. A día de hoy las coas se hacen más o menos igual, lo que pasa es que vamos a visitar al ministro, para que ayude y eche un mano en según que cosas. Las clases nobles, las clases poderosas siempre acaban por salirse con la suya.

La novela histórica actual, siempre parece escrita para un film futuro…

Pemíteme que te diga que considero imposible que se pudiera realizar una película de El trono de barro. Quizá sí una serie de televisión, que, además ahora está muy de moda. Además de realizarse algo con la novela, preferiría que se tratará de una serie por la complejidad de la historia.

A mí del Duque de Lerma siempre me ha atraído su mirada entreperillada y que oculta el cuello como si ocultase la marca del vampiro que es…

(Vuelve a reír nuestro entrevistado como si le hubiéramos leído el pensamiento) Sí, sí, totalmente de acuerdo. Es un personaje con mucho dobleces, con una parte oscura muy oscura, pero que, por otra parte, era muy visible, porque salía en muchos panfletos, donde se le criticaba sin piedad, que, por cierto, se prohibieron para evitar que ser fuera de las manos la situación social, Por otra parte, él siempre intentaba ocultar sus movimientos en la Corte, pero nunca lo consiguió, porque hay estaba la Reina Margarita, que se encargaba de desenmascararlo y junto a ella, toda una pléyade de personajes cortesanos.

Crees que tu novela puede herir a derechas o izquierdas, a monárquicos o validos

No, no creo que pueda herir según la ideología sino según la moralidad. Creo que va a haber muchos personajes políticos actuales que se van a ver reflejados. Y estos personajes, en los cuales todos estamos pensando, su moralidad es muy escasa, y, por eso, hasta que dudo que moralmente, pueda llegar a causarles siquiera un leve pinchazo. Aunque, por otra parte, me encantaría para que sirviese al resto de los mortales y se diesen cuenta de que no han cambiado, que no hemos cambiado, que siguen haciendo con nosotros lo que quieren y que en nuestra mano se halla el cambiar dicha situación.

Sumiller de Corps, Valido del Rey, Cabellerizo Real, el que mucho abarca, todo lo aprieta

Se lo lleva todo y lo que no puede llevarse, le encarga a un amigo, que se lo lleve a él. Sí, sí, Francisco de Sandoval hizo acopio de todos los trabajos posibles para acumula poder y dinero, que es de lo que se trataba. Cuando se decidió a traslada la Corte a Valladolid, él ya había comprado en la ciudad todos los palacios, el de Benavente, por supuesto, y cuando la Corte ya se había trasladado allí, el Rey estuvo un año sin un lugar donde vivir. Vivía de prestado en un palacio, Hay interviene Francisco y le vende el palacio de Benavente, a un precio muy superior al que él había pagado, y cuando realiza la transación, Francisco le dice a Felipe III, que en ese momento el problema es suyo, que no tiene donde vivir, y Felipe III, le explica que no debe preocuparse porque desde ese momento le hace Alcalde permanente del palacio y le otorga un sueldo. Ganaba por todas las partes.

Cuál es la literatura en la que crees y si la has reflejado en el libro.

La literatura en la que creo…Creo en el libro que me toca la fibra sensible por cualquier motivo. Desde muy pequeño sentí una atracción por la novela histórica. Yo, el primer libro que recuerdo haber leído fue Momo, de Michael Ende, que, por cierto, es un libro que recomiendo a toda la gente, independientemente de su edad, porque posee una lectura muy diferente siendo adulto que niño. El libro que me marco, sin duda, para la literatura hsitórica, fue El Corsario Negro, de Emilio Salgari. A partir de la lectura de esta novela me aficioné a la literatura histórica. Los libros que me gustan son aquellos que me llegan a la fibra, que me dicen algo, que el personaje me resulta atractivo por cualquier motivo. Las personas, al fin y al cabo, tenemos todos lados positivos y negativos y es importante que queden reflejados ambos en la literatura, en los libros que escribimos.

La mujer de Francisco y sus amantes, se dejaban llevar por los vientos o sabían del primordial papel que jugaban como conseguidoras...

La mujer de Francisco fue una mujer de su época. Se caso en un matrimonio concertado, no fue un matrimonio especialmente feliz, pero si es cierto que ambos remaban en la misma dirección y de hecho, Catalina llegó a obtener privilegios impensables. Erala camarera mayor de la Reina, lo que suponía que se encontraba a cargo de toda la casa de la Reina, y todo lo manejaba ella. Sin duda como mujer de honor, este cargo hubo de ser el culmen de su vida. Pero su matrimonio con el Duque de Lerma, no creo que fuese especialmente feliz.

Has tenido que tener especial cuidado a las palabras, a los giros lingüísticos…

Suelo utilizar en mis novelas un lenguaje actual, sin embargo, en esta novela y para los diálogos y solamente en los diálogos, sí que he intentado darle un giro al lenguaje, enfrentarme a un lenguaje más arcaico. No significa eso que se haya transformado en difícil de leer, que no lo es, sólo pretendía reflejar la época. Por ello hemos cambiado un poco el orden de las frases, utilias vocablos que en actualidad están en desuso. Siempre con la intención de darle color a la novela, no hubo nunca otra pretensión.

Los títulos de tus novelas son siempre muy claros con respecto a la trama de la novela y en este último más, El trono de barro, ¿crees que el actual trono también es de barro?

El actual trono es de espadas seguro. ¿De barro? No sabría decirte. De barro es seguro, el sillón de La Moncloa, este seguro que es de baro, y, a partir de ahí, veremos. Personalmente creo que la Monarquía en la actualidad ha dado un giro pero no me atrevo a decir si sera suficiente.

España siempre ha sido un pueblo de monarcas y validos, ¿que obligaría al pueblo español a comportarse como el francés y hacer una revolución?

Si nada le obligado ya, dudo que haya que lo obligue. No creo que por las venas españolas corra la sangre que corrió por las venas francesas cuando la revolución, sin duda, sino, ya habríamos hecho algo. En España dudo que haya una marsellesa nunca, porque creo que somos demasiado acomodaticios y que nos conformamos con poco, cosa que considero un error. España y su pueblo, debiera ser exigente.

Por qué debemos leer El trono de barro

Pues mira, no debéis leer el trono de barro por nada (oh, my good, que mirada más guillotinesca le lanza Penélope, que clama en su móvil, venganza!) debéis leer el trono de barro si os interesa descubrir una parte de la historia de España que prácticamente está en el olvido, pero lo que ocurre hoy es eso que hemos olvidado y no es nada nuevo, que sucedía ya hace cuatro siglos. Si os interesa estas cosas, leed el trono de barro porque os vais a sorprender; y si no os interesan esas cosas, no debéis preocuparos, hay muchos otros libros que os pueden tocar la fibra, como a mí.

 

La entrevista toca a su fin y tengo la impresión de haber hablado con el mismísimo Duque en persona, o con uno de aquellos escribientes de panfletos en los que se le ponía en su sitio. En la entrevista nos hemos encontrado a gusto y en este marco incomparable del Palacio de Lerma, parecía todo tan siglo XVII, que hasta nuestras vestimentas y palabras buscaban la época en el sitio. Sólo la existencia de Penélope Acero, son su móvil siglo XXI  nos ha devuelto al tiempo actual.

 No importa, son tan iguales.

Y nos despedimos. Teo seguirá con su periplo del Duque, acompañado por la sin par Penélope y yo atravesaré solo la Plaza que el Duque de Lerma veía desde su ventana…

Temas

Degustar la lectura, el teatro y el amor/humor

Sobre el autor

Obscuro como él solo sabe serlo, seductor vespertino y a veces matutino.


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