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Xoel Prado - Antúnez

Oliendo páginas de tinta

Stars Wars: la nueva Estrella es el matriarcalismo

Con evidente desgana, todo hay que explicarlo, me encaminé con el corazón acelerado a contemplar en la pantalla primorosa la nueva entrega de Star Wars. La desgana me la inoculó con desparpajo y alevosía, la anterior trilogía que no aportaba nada que no se supiese ya sobre la vida exagerada de Luke y su hermana, los Skywalker. Aquella primera película de nuestra adolescencia, que nos deslumbró con sus efectos especiales, y su sonido futurista, sobre todo si podías verla en una sala de primer orden (imperial) y que necesitó una trilogía para poder ser explicada, siempre me pareció en sí misma agotada. Por eso, componer una segunda trilogía para nada, no significaba otra cosa que tratar de exprimir la fuente de capital descubierta.

La primera trilogía no solo desprendía una belleza sin igual desde la pantalla luminosa sino una estética novedosa en la utilización de los recursos cinematográficos y una explicación psicoanalítica en la lucha por la primacía en el gobierno. Ese lugar de gobierno reservado y ejecutado por el padre plenipotenciario y jupiterino, iba a ser reivindicado por el hijo revelador de la Fuerza en nombre de la Madre ausente. El hijo que no sabe que es hijo lucha contra el Padre, que si conoce la identidad del hijo, con la dirección espiritual del hermano del padre, del tío paterno, que es guía angelical. Elías el Profeta/El Árcangel con espada de fuego, Obi Wan Kenobi, ejerce de buen grado esa facies dualéctica sobre el que ha de venir, Luky Skywalker,  y que ha de sucederle a él mismo como profeta. Tras su muerte y dejar tras de sí sólo el manto de su poder profético como legado, guía a Luke como voz en los desiertos y en la soledad del iniciado. Solo tiene ya como misión propia propiciar el encuentro final con el Padre desafortunado y vengativo para no sólo no ocupar su lugar sino permitirle volver al lugar que le corresponde en el lado Bueno de la Fuerza.

Pero si Luke no ocupa el lugar del Padre, ¿quién ostentaba el poder de la República? ¿O todo era Imperial e Imperioso? Se trataba de contestar a esta pregunta, que quedaba en el caos.

Dado que Luke no vino al mundo para ocupar el lugar del Padre sino para que éste ocupase el lugar merecido, no tenía como destino final el Poder. La hermana no tenía lugar en el mundo sino para dar lugar a la siguiente generación e Skywalkers, pues la responsabilidad de la crianza de hijos recaía sobre el tío paterno – y no el materno. El puesto de dirigente de la República estaba vacante y se aprovecha de ello, el Imperio.

La nueva trilogía que comenzaba ayer mismo, trae novedosas transformaciones. En primer lugar y de nuevo, la hermana de Luke da a luz la nueva generación y que, como no puede ser de otra manera, se abandona al cuidado del Otro, del tío Materno. Como en el matriarcalismo trobiand, pero el tío materno pierde el lugar cuando el sobrino primogénito, se deja llevar por el lado oscuro, y, así, desaparece. El hijo pierde la inocencia y dado al lado oscuro, desea que perezca el tío materno para que no pueda compilar la fuerza en nadie inocente. Así, la película, esta nueva entrega, se desenvuelve como una búsqueda del tío habúnculus, a la manera del matriarcalismo Vasco.

Pero esa búsqueda sólo la puede realizar alguien Inocente. Esa inocencia la encontramos en la nueva Skywalker que no sabe de sí y ha de salir a la búsqueda de sí, hegeliánamente. Tiene que descubrir el Amor en sí para donárselo a todos, y si cambiamos Amor Jesusítico por la Fuerza, es de igual manera. Chatarrera en vez de carpintera, descubre poco a poco la fuerza desde su inocencia como elemento pleno en sí, pues ella es el resultado de la Fuerza y la Audacia (Han Solo)  Sólo ha de dejarse llevar por la imagen que cabe en sí y dará con su auténtico Ser. 

El hermano, maldad pero residual, no en estado puro, ha de conseguir el enfrentamiento con el Padre pero no para devolver a éste a su lugar sino para afianzar él el suyo propio. La masculinidad retorna al lado oscuro a la Maldad absoluta, al afrontar el complejo de Edipo no como retorno a la Madre sino como usurpación del puesto del Padre por el puesto mismo. Es decir, el hijo de Leia y Han desea ser Malo.

La Chatarrera, por contra, va descubriéndose a sí misma a través del Padre y sobre todo de la Madre que, finalmente, la dirige al tío Habúnculus, ese nuevo Elías, para que la descubra en su totalidad de Ser, en su Autenticidad. 

La República no tiene más Sentido que el Matrical, el Imperio es Patriarcal y Malvado – y esa es la conclusión de la nueva Trilogía.

Degustar la lectura, el teatro y el amor/humor

Sobre el autor

Obscuro como él solo sabe serlo, seductor vespertino y a veces matutino.


octubre 2024
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