Que el PSOE se abstenga en la supuesta investidura “de ese señor al que todos conocen” – como le encanta al mismo referirse a los demás – no evitará unas nuevas elecciones, tarde o temprano llegarán. Como mucho las diferirá al futuro pluscuamperfecto – pero no las evitará.
Rajoy, que no es el gran poeta chino que todos creímos, no sólo necesita que lo envistan sino que le arreglen la gobernabilidad a su manera, “me dejáis hacer lo que me venga en gana”, que es nada.
Nada ha hecho hasta ahora salvo dejar pasar el tiempo.
Rajoy no es un poeta, es un pasota, como aquellos señores que veían pasar la vida porque nunca pasaba nada y cuando pasaba era un entierro. Efectivamente creo que lo que Rajoy aguarda es el enterramiento del PSOE, ese mismo que desea y anhela Unidos Podemos.
Que el PSOE se abstenga en la evidente investidura del señor Rajoy, no evitará las probables y manifiestas elecciones; o que diga que sí, sólo supondrá que se precipiten los acontecimientos y que el PSOE deba cerrar por defunción – y Ferraz quede en la memoria de todos como la prisión donde encerró a Aznar, Pascual Enguindanos.
Que diga que “no” tampoco le favorecerá en nada en el afán de la resurrección si no se somete a un proceso de chivo expiatorio al que aún no accedido. Sí, un proceso en el cual asuma la culpabilidad de todos sus actos y quede en la inocencia de nuevo.
Ese proceso de chivo expiatorio sólo lo puede lograr si al posible fracaso de investidura de Rajoy, opone un gobierno procesual y escandaloso. Un gobierno del PSOE apoyado por todos aquellos que se han denominado “fuerzas del cambio” e incluso por los así denominados independentistas, y a los que el ínclito Cela apellidaría, de salón.
España necesita para despertar de su letargo de idiotez degenerativa ese “escándalo”. No aceptarlo, será volver a repetir las elecciones en diferido disimulado, situar a España en una encrucijada de ataúdes desvencijados, convertir al gobierno en un gobierno en funciones ad eternum.
Rajoy no puede liderar este proceso, porque es el poeta de los Haikus que esperan agotar los plazos y se agotan a sí mismos de aguardar el fin.