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LAS PRISAS DE CHERINES

La Junta General del Principado es una institución atascada. La culpa de esa situación indeseada corresponde a los propios grupos parlamentarios que actúan de una manera que lleva a la acumulación de trabajo. Entran más iniciativas en la Cámara de las que ella misma puede digerir. Resultado final: hay lista de espera. Nada extraño, ya que estamos en la región de las largas filas, tanto sea para recibir el salario social, como para entrar en un geriátrico, en el quirófano, para recibir una prestación recogida en la Ley de Dependencia o para apuntarse a una sociedad deportiva privada. Los diputados plantean proyectos legislativos que el tiempo hará amarillear sin que hayan logrado entrar en el orden del día de un pleno parlamentario. Es muy fácil acabar con el atasco, siempre y cuando se tomen medidas relativas a los plazos de tramitación. En caso contrario seguiremos con las largas colas en el Parlamento, como sigue habiéndolas en la Sanidad: somos la tercera comunidad autónoma con una espera más dilatada para lograr una cita médica.

Como las colas provocan crispación, Mercedes Fernández saltó como un resorte al comprobar que su prioridad parlamentaria, la reforma del Impuesto de Sucesiones, no mereció el apoyo del Gobierno de Javier Fernández ni del grupo parlamentario socialista. En la Junta de Portavoces, Cherines propuso dar preferencia al cambio en el tributo, pero el PSOE guardó silencio. La jefa del PP amenazó con no volver a votar un presupuesto; por si alguien no se había enterado recordó que la próxima negociación presupuestaria está ahí, a la vuelta del verano. La lideresa popular tiró de principios: los pactos están para ser cumplidos. Este último mes, con motivo del cambio del Ministerio de Fomento sobre la variante de Pajares, Álvarez-Cascos dijo una docena de veces, “pacta sunt servanda”. Cherines nos lo sirve traducido.

El PP apoyó los presupuestos de Javier Fernández por orden de Madrid. Para el próximo otoño el PSOE no estará dirigido por una comisión gestora, salvo sorpresa mayúscula, y Rajoy no tendrá que devolverle ningún favor al presidente asturiano, pudiendo Cherines escoger libremente el sentido del voto de su grupo. Pretender que el PSOE apoye entusiasmado un cambio impositivo que va contra su ideología e intereses es absurdo. El enfado de Cherines no es por culpa del PSOE, sino por el miedo que le provoca la Plataforma contra el Impuesto de Sucesiones con las 150.000 firmas de apoyo.

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