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Boletín Nipón

La abuela del sumo

Una británica de 80 años es una de las más respetadas cronistas del arte marcial en Japón

Comentarista de sumo

La cita era en el Centro de Prensa Extranjera de Japón, con sede en Tokio, un par de horas antes de que los periodistas allí congregados presenciáramos por primera vez un torneo de sumo en directo. Una comentarista de este deporte nos iba a dar unas nociones básicas. El hecho de que fuera una mujer, y extranjera, ya daba pistas de que el personaje era especial. Cuando Doreen Simmons apareció, todos nos miramos con cara de incredulidad. Apenas medía 1,40 metros de estatura, arrugada, con el pelo canoso y con una extravagante indumentaria. Una anciana llena de vitalidad que comenzó su discurso acelerado e intenso mostrándonos tres pequeñas botellas de cristal.
“¿Qué creéis que hay en estos tres frascos?”, nos preguntó. Alguno se aventuró a contestar que podría ser la arena de un ring de sumo, ya que el color marrón del contenido así lo revelaba. “Físicamente, sí, los tres tienen tierra del ring del Kokugikan, el estadio de Tokio. Pero simbólicamente representan las tres cosas más importantes del sumo: la técnica, la fuerza y el ‘giri-ninjo’. El ‘giri’ es el deber y el ‘ninjo’, su contrario. Algo así como agradecer cuando alguien te hace algo bueno y hacer tú mismo algo bueno”, aclaró Simmons. Para ella, eso era lo único que necesitábamos saber sobre el sumo; todo lo demás había que “vivirlo en la arena”.
Pluriempleada
Esta británica nacida en Nottingham, cumplirá en mayo 81 años, cuarenta de ellos como residente en Japón. Antes de llegar al archipiélago, trabajó como profesora de idiomas en su Inglaterra natal y en Singapur, hasta que dejó de ejercer en 1978. Tras una primera visita de tres meses, se instaló definitivamente en el país nipón en 1973. Actualmente, esta octogenaria compagina tres trabajos relacionados con el gobierno japonés: en el Centro de Prensa Extranjera, en la Cámara de Consejeros y de Representantes, y en la Biblioteca Nacional de la Dieta. Y además disfruta con su oficio de comentarista de sumo para la cadena nipona de radio y televisión NHK, donde ha sido reconocida con el título de ‘la voz del sumo en inglés’.
Doreen vive en el barrio tokiota de Ryogoku. Considerado el barrio del sumo, en él se ubica el estadio Kokugikan, con capacidad para 11.000 personas. La anciana cronista conoce sus calles a la perfección y, a pesar de que el mundo que rodea a este arte marcial es muy machista, se ha ganado la confianza de empresarios, jueces y jugadores. Conoce personalmente a 17 ‘yokozuna’ (grandes campeones).
El primer contacto que tuvo Simmons con este deporte se remonta a finales de los 60, cuando todavía trabajaba como profesora de inglés en Singapur. Realizó un viaje de tres meses a una granja japonesa. “Era marzo, se celebraba el Osaka Basho -uno de los seis torneos que se disputan cada año-. El granjero tenía la televisión más grande del momento y también era a color, mientras que en Singapur solo existían las de blanco y negro. Yo ya estaba interesada en el sumo, ya que siempre me ha fascinado el pasado y las historias de supervivencia”, cuenta la británica, iniciando así una afición que la apasiona.
Los campeones son extranjeros
El sumo, a pesar de que mantiene su popularidad en Japón, ha sufrido una transformación en los últimos años que amenaza sus orígenes tradicionales. Desde hace tres años, ningún luchador nipón ha ganado un torneo. Los mongoles son los absolutos reyes de un deporte eminentemente japonés y también hay luchadores de Bulgaria, Rusia, Estonia o Georgia, de modo que los extranjeros representan la tercera parte de los profesionales.
Doreen Simmons, siendo una forastera que se siente japonesa, ve este cambio como algo normal, aunque entiende el recelo de los nipones a los luchadores de fuera. Uno de ellos, Hakuho Sho, natural de Mongolia, es una de las estrellas de este deporte y tiene el rango de ‘yokozuna’. Además, es el favorito de la comentarista. Los periodistas que fuimos invitados al torneo en el estadio Kokugikan de Tokio, presenciamos la pasión de Doreen por el gigante mongol. “¡Ha-ku-ho! ¡Ha-ku-ho!”, gritaba sin parar la británica totalmente entregada al combate de apenas unos minutos. Finalmente ganó el contrincante, el estonio Baruto, pero Doreen se resignó, no perdió la sonrisa y nos recordó: “’Giri-ninjo’”.

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