>

Blogs

Alfonso Balmori Martínez

Campo a través

Tráfico y contaminación

Artículo publicado en El NORTE DE CASTILLA el 1 de agosto de 2017

 

Alfonso Balmori, Biólogo

 

Aunque una proporción nada desdeñable de los potenciales lectores de este artículo todavía no había nacido, hace 35 años se libró una batalla especialmente virulenta, de la que sin ninguna duda quedará constancia escrita en la hemeroteca de este diario. A principios de los años 80, siendo alcalde de Valladolid Tomás Rodriguez Bolaños, en una decisión rodeada de gran polémica, se cerró definitivamente al tráfico la calle Santiago. Después vendrían a sumarse otras arterias peatonalizadas de la ciudad, como Platerías, Teresa Gil o Mantería, con mucha menor respuesta social; calles que, como el tiempo ha demostrado, no han perdido para nada su carácter comercial, de paseo fluido y agradable, a las que se ha unido hace pocos días la Calle Regalado.

Nadie en su sano juicio se plantearía ahora, en esas zonas de la capital, el regreso al tráfico y el ruido de aquellos años, porque sus ventajas para la ciudad y sus habitantes han quedado sobradamente demostradas en el transcurso de los años. Los ciudadanos son los auténticos beneficiarios de aquellas difíciles decisiones, y son también los sufridores de la atmósfera contaminada que soportan todavía calles céntricas y estrechas, como la demasiado concurrida “López Gómez”.

Y es que para avanzar hace falta valentía, porque es bien sabido que lo fácil es quedarnos donde estamos. Los avances suelen ser costosos, se consiguen con decisiones valientes y enfrentamiento con intereses creados, y sus ventajas no son percibidas inmediatamente. Para gobernar bien es necesario arriesgar, enfrentarse con viejos hábitos o intereses sectoriales, que nunca deberían ponerse por delante de las mejoras para el conjunto de los vallisoletanos.

Aunque las cosas siempre son susceptibles de mejora, es notorio el giro positivo  de la actitud y talante democrático del nuevo equipo en el ayuntamiento, su apuesta decidida ―tan anquilosada en la época anterior― de nuevos carriles bici de conexión y calzadas de uso compartido con limitación a 30 Km/h. Lo fácil es poner el cartel el día de la bici a la entrada de la ciudad sin controlar ni restringir sus accesos, lo difícil es arrostrar decisiones que enfrentan con viejos y poderosos gremios que defienden sus intereses, legítimos sin duda, pero que en ocasiones chocan con mejoras evidentes para el bien común de todos los ciudadanos, e incluso inadvertidamente con los propios intereses comerciales a largo plazo.

El cierre de hace unos días de las calles céntricas por el episodio de contaminación fue rápido y eficiente. El cinturón de calles amplias para rodear el centro facilitó la descongestión de la ciudad y minimizó las molestias a los conductores. Pero el efecto más importante de esta medida no fue visible, y es su función educativa: el decirnos a todos que cada uno de nosotros somos responsables de un estado paradójico y contradictorio que afecta a nuestra propia salud, y que todos podemos cambiar esa situación, sencillamente cambiando de hábitos.

A partir de entonces Valladolid está más cerca de Europa, de esas ciudades llenas de bicicletas, acogedoras y habitables, en las que viven personas con los pulmones más sanos. La suspensión del tráfico en el centro de la ciudad por el episodio de contaminación ha sido una decisión pionera, valiente y acertada.

Temas

Este blog versa especialmente sobre la conservación de la naturaleza.

Sobre el autor

Soy biólogo y me gusta escribir. Pertenezco al pequeño grupo de ingenuos que todavía piensa que el estado de las cosas puede cambiar mediante la transmisión del conocimiento, la educación y la cultura. He publicado artículos en El Norte de Castilla desde el siglo pasado, siendo colaborador asiduo del periódico entre 2005 y 2010.