Eso es lo que hay a veces, mujeres que se quejan (o nos quejamos) de nuestros respectivos.
Hoy he coincidido con varias amigas, por la razón que sea estábamos en sintonía en el asunto del cabreo.
Me ha maravillado que todas teníamos las mismas quejas, falta de interés por parte del “contrario”, asuntos varios que son sólo nuestros y no de ellos, parece ser.
Cosas en las que parece no quieren entrar “porque es problema de mujeres”, cuando resulta que el mayor problema de las mujeres son los hombres.
Esos a los que adoramos, esos por los que somos capaces hasta de olvidarnos que nosotras también existimos como Teruel, ya sabéis.
Y luego NOOOOO, cuando hay que estar donde nosotras queremos estar y tan agustito, mejor olvidarlo, ellos huyen rápidamente de ese entorno que es hostil para su causa machista, a veces encubierta, pero machista.
¿Y qué hacemos nosotras? Lamentarnos cual plañideras.
Pero eso sí, todo cambia cuando sus amigos (nuestros también) están presentes, cuando la familia aparece, cuando ese entorno que antes era hostil se convierte en lo mejor del mundo mundial.
¿A cuantas reuniones asistimos nosotras sin pestañear, divinas de la muerte aunque nos repateen? Ya os lo digo, a muchas.
Por eso una reunión de mujeres cabreadas así de improviso, se convierte en una reunión de mujeres desesperadas compartiendo la desilusión tantas veces vivida pero pocas veces comentada.
Saludos