A los Reyes mágicos, a esos que cumplen los sueños y caprichos de los más pequeñajos de la casa.
Padres, abuel@s volviéndose locos para cumplir un deseo del que se olvidarán a las dos días las criaturitas. Yo aún no he llegado a esa fase.
Juguetes que quedarán tirados, pero eso sí, han costado un potosí.
Pero… ¿y nosotros?
Los que ya no escribimos cartas a nadie porque nadie nos hace ni puñetero caso.
Los que nos quedamos tan agustito sabiendo que nada tenemos nada damos porque pasamos de esa parafernalia.
Pero a pesar de “pasar” lo mismo hasta nos hacía ilusión que alguien durante unos minutos se acordara de comprarnos ese detallito que para nada sirve seguramente pero que debemos agradecer porque se han acordado de nosotros. ¿A que me contradigo?, pues SIIIII.
Menos claro está, si van y nos compran la plancha, o la aspiradora, o la olla a presión que podemos ponérsela al autor del delito por sombrero.
Ni Papá Noel, ni Reyes, mejor lo dejamos como está, no vaya a ser que alguien se vuelva loc@ y haga un regalo que arruine la economía familiar y no es cuestión.
Así que blogueros míos yo sólo pediré seguir dando el callo cada día, que nadie me toque las narices sacando lo peor que a veces todos llevamos dentro, mirar a los que me miran, querer a los que me quieren, y sobre todo que éste puñetero mundo se vaya poniendo las pilas y dejen los políticos de tomarnos el pelo, y los soberbios dejen de subirse a las barbas de los humildes.
Felices Reyes a todos, un abrazo.