Cada tragedia que nos llega a veces cercana, a veces lejana como ahora, es como una bofetada a estas nuestras vidas más o menos normales.
Lo terremotos, los tsunamis, los 11S, el 11M, cada lugar donde sucede una tragedia tiende a que nos solidaricemos con ella. La solidaridad se desata ante tantas imágenes terribles, la solidaridad, la pena y la angustia, aún no viviéndolo en primera persona.
Ahora le ha tocado a Haití, harta ya la isla de ser una de de las más miserables que existen, el azote ¿divino? Se ha cebado con ella.
Llegará ayuda, qué duda cabe, pero…me queda la duda de cómo se coordinará esa ayuda, si lo dejan en manos de ese “desgobierno” poca eficacia tendrá todo lo que vaya llegando.
La desesperación, el saqueo, la avaricia, y la poca moralidad de los mandatarios de un lugar ya muy machacado por tanta pobreza a veces dan al traste con toda la solidaridad de la gente.
Desde una cómoda silla, delante de un ordenador que nos ayuda a decir lo que sentimos, desde mi/nuestra al menos aparentemente apacible vida, el teclado nos devuelve, letras sólo letras, creo que quizá al final se traducen en palabras, frases que escribimos que en nada ayudarán, pero ¿y lo que nos tranquiliza?, eso no tiene precio, bueno, si lo tiene, saber que estas palabras sonarán como suenan muchas estos días, VACÍAS.
Es la segunda vez que escribo este post, pero aún así sigue vacío sólo está lleno de impotencia.
Quizá no por tratar de expresarse mejor se dicen más verdades, creo se trata de que a alguien le provoque algún sentimiento, el más triste sería el sopor o aburrimiento ante unas líneas que nada nos dicen.
Saludos blogueros.