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Cari

El rincón de Cari

VUELVEN A CASA, NO ES NAVIDAD.

Vemos últimamente el caso de los hijos que no necesitan que esté el turrón esperando.

Hablo del fenómeno cada día más frecuente, de vuelta al hogar, supongo que motivado por la crisis o por la poca capacidad de ver más allá, antes de valorar los pros y contras.

Vivir una vida en común siempre es ilusionante.

Vemos que esos hijos que ya con pareja y trabajo y con alas, muchas alas, se van del nido de los padres, quieren volar, vivir, tener su hogar propio o de alquiler, tienen trabajo y compañer@ con quien empezar un futuro que nosotros ya pasamos, sólo que no pedíamos casa con todas las comodidades, ellos, pensaban, digo pensaban, que sí que de otra manera nada de nada, la tele a ser posible de plasma, el microondas, el dormitorio nuevo, el coche, el frigorífico si puede ser un Combi mejor que mejor. No quiero generalizar, supongo que muchas parejas, vayan poquito a poco como las hormiguitas, si es así, bien por el triunfo del raciocinio.

Pero para ellos el futuro, para muchos de ellos, se ha vuelto amargo, falla el trabajo, y con él eso de “contigo paz y cebolla” porque no hay ni pan ni cebolla, ni horizontes, y el nido vuelve a ser la solución aunque no lo sea para esos padres que quizá ahora empiezan/empezaban a vivir, y lo de empezaban, nunca mejor dicho.

Todo esto es legítimo, todos hemos querido tener lo mejor pero así como que no, al menos cuando veías que justito llegaba para pagar la letra del piso, los gastos fijos y comer… es lo que había.

Vamos a más, tratamos de ir a más, de superarnos, pero sin trabajo no hay superación que valga, no se evalúan los riesgos en muchas ocasiones, todo es perfecto o cuasi perfecto, tenemos trabajo, somos jóvenes y ahí están ellos.

Y ELLOS, son los padres, los que al 99% no te fallan, “siempre nos quedará Paris” frase de esa obra de arte, “Casablanca”, que no sé por qué demonios se me ha ocurrido a mi ahora, bueno, supongo que porque siempre quedamos nosotros, aunque no seamos París.

Pero somos su seguridad, su tranquilidad, su techo, su plato de comida fija y hasta su/nuestra desesperación, ni ellos querían o quieren esto, ni nosotros tampoco.

Escribo esto desde la experiencia de la calle, de amigos que ven que vuelven los hijos al hogar, no me ha tocado aún, mi hijo aún está en casa el solo sin responsabilidades de parejas o hipotecas, pero quien sabe,cuando vuele, por si acaso no tiraré ninguna piedra, no vaya a ser que me caiga encima y destruya mi casa, esa que puede ser su hogar al cabo de unos años como esto siga así, porque no tenga/tengan otra alternativa.

Quizá algún bloguero tenga alguna experiencia sobre lo que hablo hoy, quizá, aunque no lo cuente, lo mismo cuando lea éste post piense: eso me está pasando a mí, o me pasará, a mi vecino, ¿a mi amiga del alma? no sé, vosotros me diréis si queréis hacerlo.

Buenas tardes blogueros.

Estáis todos invitados, bienvenidos

Sobre el autor

Castellana que adora el norte y a quien la vida trajo a Valladolid. Desde aquí comparto mis vivencias con vosotros.


agosto 2010
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