Te diré que ya sólo estoy físicamente, que ya no recuerdo ni lo bueno ni lo malo. Esos recuerdos se esfumaron como el agua entre mis manos.

Miro al vacío, paso las horas, veo personas que seguro son cercanas, pero ya no puedo sentirlas.

Noto que alguien aprieta su mano contra la mía, pero no puedo responder a ese simple acto, que si pudiera definirlo lo haría con la palabra ternura.

Seguro recibí y recibo abrazos, besos, pero no sé reaccionar ni recordar, mi memoria se fue, en nombre de esa enfermedad que nos quita todo cuanto teníamos.

Es más que posible que haya tenido hijos, nietos, no sé si están o si quien me tiende su mano es alguien pagado para que lo haga.

No puedo ni siquiera maldecir esa enfermedad, no puedo tampoco reprochar si me han internado en algún lugar porque la enfermedad llega sin pedir permiso, y los reproches a veces no son justos, porque como en todo hay dos caras de la misma moneda.

Seguro alguien me amó, quizá también alguien me odió, pero mi mente no  alcanza para agradecérselo a quien me amó, ni reconciliarme con quien me odió.

Alguien verá mi mirada perdida, quizá alguien también derrame alguna lágrima por lo que fui y ya no soy, ya ni siquiera puedo desear irme para siempre, ya no tengo deseos.

Me pillaste Alzheimer, me pillaste y me lo has robado todo.

Hoy he intentado acercarme al enfermo, al familiar que lo vive o sufre cada día, osadía la mía que lo mismo no he acertado ni una.

Ayer me enteré que la madre de una amiga había fallecido, llevaba años sin vida, sin la propia,  la hija, porque la madre ya sólo estaba ahí, pero eso no es vivir.

Va por mi amiga, va por l@s que tienen que dejar de vivir porque no queda otra para atender a alguien que no sabe quién eres. Casi siempre mujeres, hijas o nueras.

Yesto va  por ell@s enfermos sin memoria.

Siempre agradeceré que mis padres me conocieran hasta el último minuto que no sólo me vieron, también me sintieron. Desafortunadamente, no siempre es así.

Saludos blogueros