Hoy hablaba sobre esto con alguien cercano.
Y me preguntaba lo que marca el título de la entrada de hoy.
Hablábamos de las veces que callamos para no romper la baraja de la amistad, de la familia, de la gente cercana con la que convivimos.
Si dijéramos siempre lo que pensamos esa baraja se haría mil pedazos, con lo cual aprendemos a callar, a aguantar situaciones que a gente desconocida o simplemente “conocida” no le pasaríamos ni una, criticaríamos sus comportamientos, sus formas, todo, pero no a los cercanos, sólo faltaba. ¿Son intocables? Nadie somos intocables, si hacemos daño, si nos humillan o humillamos, hay que poner los puntos sobre las íes, quizá estoy equivocada, pues a lo mejor.
Para mí esto en una incongruencia, pero sigo/seguimos con ella por los siglos de los siglos, amen asía sea. La hipocresía genera rencor, genera guardar dentro lo que queremos decir y lo guardamos bajo siete llaves que sólo nos acarrean amargura y resentimiento, que va creciendo como una bola de nieve. Todo en nombre de ese “déjalo estar”
¿Por qué? porque dicen que a los amigos y a la familia les perdonas o disculpas todo, pero no estoy de acuerdo de ninguna manera.
Si alguien es un coñazo, lo es, y si te hace daño da lo mismo que sea dentro o fuera del círculo familiar o de amigos, pero parece ahí nadie debe meter mano, está todo bien, cuando no lo está en realidad, y seguimos con las vestiduras falsas como Judas en nombre de que todo vaya bien, no importa que los demás nos sintamos mal por no poder decir que tal o cual cosa no nos ha parecido justa, noble o se ha abusado de esa familiaridad. No puede haber bula para todos ni para todo, en nombre de ser correctos y por -como se suele decir- la buena marcha del negocio.
Opino que bastante tenemos que tragar con la que está cayendo, para encima hacer las tragaderas más grandes para amigos y familia que se suponen no tenemos por qué estar en su punto de mira para hacernos daño gratuitamente.
Ignoro si los que me leáis habéis pasado por estas situaciones en que queremos decir algo que puede resultar incómodo a alguien y hemos callado, pero a su vez ese alguien no se ha cortado ni un pelo para hacernos sentir más que incómodos a los demás.
Hipocresía en grado superlativo, últimamente yo debo serlo y mucho o bien excesivamente tonta para no desmelenarme en algunas ocasiones, pero nunca es tarde… para romper la baraja si no queda otra que hacerlo. :)
En fin, como la vida misma, ya os digo blogueros.
Saludos y buenas tardes.