Hoy esta charla, artículo, entrada como queráis llamarla, va de superficial, de la gente que se niega a envejecer con dignidad, por supuesto no nombraré a nadie, no me apetece que me llegue una demanda por “calumnias”, no está mi economía para esos trotes.
Pero si está mi ánimo para hablar de ellas porque la verdad en cuanto a otras cosas me siento algo impotente, cabreada, decepcionada en estos días, léase todo lo que tenemos en nuestros queridos medios de comunicación.
//La noción de momia está asociada a la de un cadáver embalsamado o preparado con la intención de conservarlo el mayor tiempo posible// fuente: Wiquipedia.
Pues bien, aquí no hay cadáver, están vivas y coleando afortunadamente, pero están poco menos que conservadas en botox, y otras lindezas que ellas tratan de que las mantenga en la eterna juventud.
Y esto viene a cuento de que he visto a un personajillo que tiene más o menos mi edad y parece que tenga 25 años, ¿Qué se machaca en el gimnasio? seguro, nada en contra del gimnasio, si de machacarse hasta la extenuación.
Lucir palmito es su mayor ilusión en la vida, de todas ellas, porque tenemos varias especies de estas que encima niegan que hayan pasado por el quirófano, o les hayan metido la jeringuilla milagrosa.
Supongo que la lucha contra el reloj biológico es algo que lleva con nosotros desde que el mundo es mundo, pero sabemos que lo más que podemos hacer es eso, convertirnos en momias, aunque al principio lo mismo nos vemos divinas/divinos, porque si, también hay hombres dentro del desenfreno para conseguir seguir jóvenes cuando la madre naturaleza dice que hasta ahí hemos llegado.
Y hoy que acabo de oír y leer que el 21,8% de los españoles está bajo el umbral del riesgo de pobreza, las momias hacen que me enfurezca más porque está claro que la pobreza es para según quién y cómo.
Ese 21 por ciento no tiene para el gimnasio, ni para clínicas que les devuelva a una juventud efímera, solo tienen para mal vivir o sobrevivir… si pueden.
Pero algunas no ven nunca el final del camino para rejuvenecer y al final son figuras patéticas de cartón piedra, que nadie se cree, que sólo producen lástima, y ese sentimiento, la lástima, es creo de lo peor que puede existir porque degrada un poco al que es el destinatario de ella, sobre todo en estos casos.
Podemos darnos nuestras cremitas de rigor dentro de nuestros presupuestos, podemos tratar de maquillarnos para esconder esas ojeras a veces inevitables que nos produce la vida, o la mala vida, pero de eso a tratar de tener quince o veinte años menos…
Alguien me dice que si, que todo lo que yo diga, pero que a esas momias las siguen mirando y admirando, no así a las normalitas que representamos justo la edad que tenemos, es un placer esto último porque no tener que engañar a nadie es perfecto, lo otro es vivir un continuo fraude a sí mismas y a los demás, menudo trabajito diario eso de aparentar lo que no se es y estar siempre perfectas.
Tonta reflexión la de hoy pero aquí en la soledad de mi salón me ha parecido una charla como otra cualquiera, ¿más intrascendente que otras? Seguro, pero es que no tengo ganas de hablar (escribir) de Gadafi después de ver una foto que espanta, ni de las agencias que rebajan nota, ni de Marta, ni de unos niñatos indeseables a quienes están juzgando, de unos niños desaparecidos, ni de ETA, añado, unos encapuchados nos están diciendo que dejan la lucha armada, se acuerdan de los presos pero no de los asesinados, vamos, que nos hace un favor, al menos no habrá más asesinatos a manos de ellos, es de esperar. De eso temas, hablan y hablarán largo y tendido otros blogueros más especializados.
Lo mio hoy han sido las momias, que haberlas haylas.
Saludos blogueros.